Ancel permanecía recostado, apoyado sobre los enormes almohadones. Había formado un nido inconscientemente en los últimos días en su habitación, quizás era porque el aroma de Kenshiro se hacía cada vez más presente.
"Mi alfa", le decía su omega interno. Se regodeaba internamente por tener a su alfa para él. Sonrío mientras observaba a su alfa quitándose la camisa, con lo cual, pudo recorrer con la mirada ese amplio pecho y sus hombros imponentes. Era como siempre lo imaginó, con cada pectoral y abdomen bien tonificado, pero guardando una bella armonía estética. No exageradamente robusto, pero cada músculo se marcaba y emitía una sensación de poder avasallador.
"Alfa", se sintió más caliente y más posesivo, deseaba rasguñar el pecho y los hombros para dejar marcas en su alfa.
Su mirada no se despegó del cuerpo de Kenshiro, mientras se quitaba el pantalón interior. Se mordió el labio inferior cuando sus ojos bajaron por todo su cuerpo, deteniéndose en el miembro ya excitado y listo. Era grande, la base estaba coronada por un fino bello negro. Todo el cuerpo del omega se estremeció de deseo. Las poderosas piernas de Kenshiro eran largas y los músculos se marcaban a cada paso que daba.
Su elegante coleta fue destruida, cayendo el fino cabello por sus hombros. El constrasteentre su piel blanca contra el cabello negro le daba un aire etereo.
"Es mío", pensó Ancel en ese momento. Nunca creyó sentirse tan desesperado por dejar sus marcas sobre alguien, lo consideraba incivilizado, pero en la pasión entre un omega y alfa no existía mucha civilidad.
Kenshiro se subió a la cama, como un león sobre su presa, ágil, poderoso y totalmente enloquecido por el anticipado placer de devorar a esa presa que se ofrecía y que no tenía escapatoria. Se puso entre las piernas de Ancel, sosteniendo sus pantorrillas con cada mano. Luego, se encimó, haciendo que sus miembros se tocaran, ambos sisearon.
—Eres hermoso. — Dijeron al unísono.
Rieron. Ambos estaban absortos por el otro. Se habían deseado, se habían tocado, pero nunca se habían visto plenamente desnudos.
Kenshiro tomó el muslo derecho, desató la cinta de seda y le quitó la media. Dejó besos por todo el muslo y luego mordió sin piedad. Ancel se estremeció hacia atrás y gimió audiblemente como nunca se lo había permitido. El alfa hizo lo mismo con el muslo izquierdo.
—¿Eres mío, omega?
Aun agitado, Ancel sonrío por como la voz grave de su alfa hacía que entrara en mayor calor.
—Eso depende, alfa... — Sus miradas se encontraron. — tienes que hacer que grite tu nombre y que acepte ser tuyo.
—Me parece justo.
Sus bocas se encontraron otra vez, sus lenguas batallaron sin tregua ni control. En sus mentes, la pronta guerra se volvió un tema lejano. Disfrutarían de su primer encuentro íntimo, aunque pudieran enfrentar la muerte pronto.
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Crónicas de Amor y Guerra [ABO]
RomanceEl príncipe Ancel (omega) celebra un baile por su mayoría de edad, se espera que en tal baile encuentre al alfa ideal para ser su consorte, y así ascender al trono. Sin embargo, un misterioso rufián lo ataca en el jardín llamándolo "mi omega". Ance...