Capítulo 17: El espía de Rouran

360 50 63
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Los primeros rayos del sol se vislumbraron en el horizonte, llenando de luz todos los rincones de esa tierra, al igual que el corazón de Ancel y su gente. Se pusieron de pie y comenzaron a preparar su viaje de regreso hacia su amado reino. Cada uno de ellos tenía claro que regresaría con nuevos objetivos en mente para mejorar. Este viaje había sido una experiencia que les demostró que vivir en paz no era una excusa para ser débiles.

Han se acercó a ellos y comenzó a alistar los caballos de su príncipe y el suyo. No comentaron nada, cada quien trabajó en lo suyo en silencio. Cuando lo tuvieron listo, Han regresó a la carpa y luego salió con el niño encadenado. La líder de tribu les envió una carreta donde dispusieron a todos los esclavos. Poco tiempo después, Kenshiro salió de la carpa y montó su propio caballo. Aunque la líder no salió a despedirlos, le envió un mensaje escrito a Kenshiro. Ella era una de las pocas personas que podía escribir en la tribu por lo que era una buena forma de intercambiar información. Kenshiro comentó algo al siervo que le trajo el mensaje y asintió. Nadie se interpuso en su camino de salida. De hecho, la población les dio la despedida con venias muy marcadas, todos con la frente pegada al suelo.

Ancel se mantuvo impasible, pero dirigió una mirada a Kenshiro que cabalgaba a su lado. Si había alguna duda, se disipó: Les había revelado su identidad y había ganado una aliada. Kenshiro podía hacer intercambios con el mismo infierno solo para cumplir sus objetivos. Era un mensaje para él, lo tenía claro. Se preguntó qué clase de trato había hecho.

"¿Acaso has decidido que la Franja Solitaria será parte de Hannover?"

Un gran pedazo de tierra más para servir a las ambiciones de Hannover. Solo que si era cierto, el territorio de Hannover casi limitaría con Whitehall. Y, entonces, solo tendría que extender la mano para tomar su reino. Por otro lado, seguramente obtenerlo le daría mayor ventaja en su ascenso al trono. Era claro que Kenshiro no tenía ningún límite en lo que podía hacer para lograr su cometido.

"Esa mujer que buscó raptarme y, seguramente, violarme...a Kenshiro no le importó...", no pudo evitar pensar.

Cuando finalmente salieron del área de la tribu, Ancel cabalgó lejos de Kenshiro, seguido de Adrien y su gente, demostrando estar muy de acuerdo en que ambos se alejaran y que no se trataran ni siquiera como camaradas. Le quedó claro que a Kenshiro no le importaba su ayuda, bien podía obtener lo que deseaba solo. Entonces, comenzó a pensar que toda la palabrería del príncipe era mentira. No era una víctima del sistema de Hannover, ya era parte de él y estaba de acuerdo con ello. Solo quiso convencerlo para obtener Whitehall a través suyo o para obtenerlo a él. De todas maneras, para los alfas de Hannover, los omegas solo son propiedades, igual que sus territorios, su ganado y caballos.

Por su parte, Kenshiro cabalgaba con un rostro impasible como si ya nada en este mundo pudiera afectarle. Ni siquiera se giró hacia Ancel y su grupo. La actitud de Ancel le aclaraba lo que pensaba de él, que era un desalmado, egocéntrico y dispuesto a vender su alma a quien sea por el poder. Y, quizás tenía razón. Kenshiro no podía retirarse de esta contienda contra sus hermanos, sus rivales, su padre y toda la corte, estaba dispuesto a arriesgarlo todo para ser el próximo emperador, pero realmente había deseado que Ancel fuera parte de su vida. De verdad quería cuidarlo, amarlo y darle todo lo que quisiera. Sin embargo, tenía límites en lo que respecta al sometimiento de su dignidad y orgullo. Esperaba que Ancel tuviera razón y que ambos pudieran olvidarse el uno del otro. Seguramente para Ancel será mucho más fácil. Ya que Kenshiro estaba dispuesto a continuar ensuciándose las manos hasta conseguir lo que desea y aquello espantaría a Ancel, como el trato que había hecho con esa mujer despreciable. Seguramente, Ancel lo estaba despreciando por ello. Y ¿qué podía hacer al respecto? Nada, no había manera de explicarle ese trato. Todo lo que dijera, Ancel lo tomaría peor.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora