Capítulo 110: Dragon rey

199 17 78
                                    


A dos semanas de la coronación de Ancel como emperador, en Whitehall los chismes se habían redirigido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A dos semanas de la coronación de Ancel como emperador, en Whitehall los chismes se habían redirigido. En la ciudad, cada vez que veían a un soldados o ex-escolta Lemos o Leroux, los pobladores les echaban vivas para que logren capturar a aquel sujeto desalmado llamado "Andy Parr". Aunque algunos habían sugerido que el castigo también fuera dirigido hacia su familia, Ancel decidió solo expropiar sus tierras, dejando el negocio y su casa al padre para que se mantuviera. Era un castigo por no anticipar a la corte sobre el comportamiento de Andy, debido a ello habían terminado con tantas desgracias.

Andy se había convertido en el enemigo número uno de Whitehall y la Federación, por lo que todo aquel que le preste ayuda correría con su misma suerte. La indignación del pueblo era tanta y el cuento del terrible sirviente que había querido avergonzar a sus superiores estaba tan difundido, que muchos sentían que si Andy cruzaba la calle lo apedrearían vivo.

Por lo cual, dentro de su residencia, Jhon estaba cada vez más nervioso. Evidentemente, su relación con Andy había dejado de ser todo lo caliente que fue al inicio. Se había dejado llevar por el resentimiento hacia Ancel y Ashford, solo en ese instante notaba lo estúpido que había sido y que debió retirarse a su reino tranquilamente.

En ese instante caminaba de un lado a otro con el cabello apenas atado, mordiéndose los labios, nervioso. Sentía que en cualquier momento alguien ingresaría, descubriría a Andy y entonces sería acusado de intento de asesinato.

—Andy, ¿realmente no intentaste asesinar a Ancel verdad? — Dijo entre gruñidos

Prácticamente vivía encerrado con Andy en su habitación. Se habían celebrado algunas reuniones entre los miembros de la Federación, también pequeñas fiestas, pero no había asistido a ninguna. Por un lado, porque aún le quedaba un moretón de los golpes que su hermano le había dado y, por otro, porque sentía miedo de que alguien note su rostro lleno de culpa y eche a perder todo.

—No, mi señor. Le aseguro que no... a no ser...

—¡¿Qué?!

—Que sea Lady Durand... ella nos ayudó.

Se detuvo de caminar de un lado a otro. Si tenían otro culpable podrían sortear de mejor manera esta situación. Lo peor es que él se quedaría en Whitehall a diferencia de su hermano que volvería a Westminster.

—Ella tiene motivos ciertamente...le diré a mi hermano que lo sugiera.

Andy intentó acercarse a su amante, pero este le palmeó la mano. No tenía humor para nada, ni siquiera dormía bien, tenía ojeras marcadas.

—Mi señor, no quiero irme con su hermano. Me quedaré aquí con usted...

—No.

—Pero, mi señor, su hermano podría asesinarme. ¿No siente piedad por mí que le he servido bien?

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora