La celebración del aniversario de Whitehall comenzaba en tan solo dos días. Sin embargo, aún tenía que planear cómo establecer a los chicos esclavos que trajo de la Franja Solitaria. Por otro lado, tenía el plan de Kenshiro, posiblemente, en la parte más peligrosa. Los espías que buscaban matarlo seguramente se sentían arrinconados y eso podría causar una falla, pero también que se volvieran más letales. La noche anterior su orgullo nuevamente fue minimizado, pues fue llevado en brazos por Kenshiro. Antes lo hubiera tomado como un gesto seductor y romántico, pero ahora sentía que debía de mostrarse menos vulnerable ante él. No sabía lo que les auguraba el futuro, por lo que no podía dejar que los límites fueran atravesados.
Los sentimientos que desarrolló por Kenshiro, a los que prefería encasillar solo como atracción, debía purgarlos por completo. No había lugar para sentir afecto por Kenshiro. El destino los había ubicado en posiciones que se alejarían con el paso del tiempo. Si continuaban de ese modo, ambos sufrirían.
A pesar de que se sentía agotado, no tenía tiempo para descansar, faltaba un día para el inicio de la celebración del aniversario de la ciudad capital de su reino. Así que, tan solo después de su desayuno compartido con Adrien, bajó al salón principal. Si bien había dejado órdenes sobre la decoración, no sabía qué tanto avance hubo. Su rostro estaba un poco hinchado y sus ojeras aún eran leves sombras debajo de sus ojos. Adrien había intentado mejorarlas, pero los días de tensión y peligro pasaron factura. Mientras caminaba, terminó estirando sus brazos y piernas. Sentía una leve presión en las sienes de tan solo pensar en sus deberes que dejó incompletos.
El primer día de la semana de celebración era un evento especial: Abriría con un enorme desfile por toda la capital, donde él y su padre dirigirán una comitiva completa. Luego, esa misma noche, se llevaría a cabo el primer baile en el Castillo de Whitehall. No se encontraba con reales ánimos, pero parte de su deber como futuro soberano era celebrar eventos tan importantes como el aniversario de la capital. Su padre se había ocupado de todos los deberes por años, y , finalmente, poco a poco, le delegaba parte de estos.
Cuando llegó al salón principal se encontró con la inesperada, pero agradable vista de que la decoración estaba casi terminada. Sintió que un gran peso se libraba de sus hombros. Recorrió su mirada y era exactamente como lo había trazado en su libreta de dibujo, con los colores azul marino y dorado, los estandartes de su casa real colgando desde el gran techo abovedado. Además, ya estaba armada la larga mesa del banquete, así como el escenario para los músicos. Justamente, los sirvientes estaban colocando las alfombras azules y puliendo los tronos.
En el otro lado del salón observó a Ashford conversando con otros tres de sus pretendientes y otros jóvenes nobles de Whitehall. La animadversión que había entre todos ellos parecía haber menguado. Quizás era obra de Ashford. Ancel recordó cómo de niños era quien intentaba apaciguar los ánimos ante cualquier conflicto.
Ancel giró hacia Adrien buscando una explicación. Su amigo solo negó levemente. Así que, llamó al jefe de sirvientes que terminaba de dirigir a un grupo de sirvientes para terminar de pulir los tronos donde Ancel y su padre se ubicarían.
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Crónicas de Amor y Guerra [ABO]
RomanceEl príncipe Ancel (omega) celebra un baile por su mayoría de edad, se espera que en tal baile encuentre al alfa ideal para ser su consorte, y así ascender al trono. Sin embargo, un misterioso rufián lo ataca en el jardín llamándolo "mi omega". Ance...