El breve murmullo de la dulce y melodiosa voz de Ancel cantándole a su cachorro era todo lo que Kenshiro escuchaba, pero era suficiente motivación para terminar las cartas donde impartía órdenes a su madre, su tío, Yeda y Ryu. De todos, tenía claro que en el único que realmente podía confiar era en Yeda. Por lo que prácticamente le pedía vigilar a los otros tres.
Una vez entregó las cartas a María para que las enviara a sus respectivos destinatarios, regresó a la habitación. Al ingresar, fue recibido por un golpe de feromonas dulces y satisfechas. Aquello le hizo entrecerrar los ojos para disfrutar de aquel aroma que le denotaba a hogar, su único hogar.
Una vez su olfato fue satisfecho, abrió los ojos, entreabrió la cortina y se encontró con su amado que observaba a su cachorrito con adoración.
—Ancel... — Susurró su voz con todo el amor que sentía por su omega.
—Daiki se quedó dormido luego de comer. — Dijo Ancel al subir la mirada hacia su esposo.
—Estoy listo para hablar. — Dijo Kenshiro.
—Creo que es mejor que hablemos fuera, dejemos que alguien se encargue de vigilar a Daiki. — Propuso Ancel, a lo cual simplemente asintió. Nunca podían estar seguros de cómo terminaría alguna de sus discusiones.
Ambos se pusieron sendas batas para protegerse del aire y no exponer sus cuerpos.
Al salir, justamente, tenían ronda Ethan y María, así que ambos quedaron al pendiente junto a la nana y un sirviente. El príncipe Daiki era máxima prioridad para sirvientes, escoltas y guardianes, por lo que Kenshiro y Ancel confiaban en ellos.
—Vamos al estudio, Ken.
Kenshiro ofreció su brazo. El omega se sostuvo de él, no quería empezar la discusión de mala manera. Sabía que para su alfa estaba siendo difícil el manejo de la corte en Hannover, por lo cual valoraba que se mantuviera firme en poner a Daiki como prioridad. Quería escucharlo, entenderlo y ofrecerle su ayuda. La discusión con Adrien, si bien le había puesto en alerta, también le hizo notar hacia donde estaba marchando su relación con su esposo. Sin duda, si Kenshiro se hubiera ido, dejándolos en un momento tan importante, hubiera sido un golpe insoportable.
Ingresaron al estudio de Ancel. El aroma estaba lleno de las feromonas de miel y naranjos que amaba Kenshiro por lo que se sintió en calma. Su instinto empujó a que llenara con sus propias feromonas el ambiente. Ancel solo río por lo territorial que se encontraba su esposo. Se soltó del brazo de Kenshiro, tomó asiento en su sofá y golpeó a un lado.
— Ven, Ken, cuéntame lo que tienes planeado. Prometo escucharte sin importar que sea. También he estado pensando en algunas cosas, pero quiero escucharte primero.
Kenshiro se sentó a su lado, extendió su mano y entrelazó sus dedos con los de su esposo. Deseaba sentirlo, su contacto tibio siempre alegraba su alma.
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Crónicas de Amor y Guerra [ABO]
RomantizmEl príncipe Ancel (omega) celebra un baile por su mayoría de edad, se espera que en tal baile encuentre al alfa ideal para ser su consorte, y así ascender al trono. Sin embargo, un misterioso rufián lo ataca en el jardín llamándolo "mi omega". Ance...