Capítulo 53: El verdadero león

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Ancel no era consciente del impacto que causó en su mayor enemigo, el príncipe Hazam, ni tampoco podía prevenir las consecuencias de aquel encuentro; el omega solo gruñía de rabia porque aquel alfa había pensado usarlo para contener a Kenshiro

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Ancel no era consciente del impacto que causó en su mayor enemigo, el príncipe Hazam, ni tampoco podía prevenir las consecuencias de aquel encuentro; el omega solo gruñía de rabia porque aquel alfa había pensado usarlo para contener a Kenshiro. Se había quitado el casco de batalla luego de la pelea con aquel escolta, porque se sentía sofocado con ese animal interno intentando gruñir con todas sus fuerzas. La energía de su animal interno que aún no lograba identificar era poderosa, pero también llenaba su cuerpo de un instinto sangriento y de cazador que nunca había sentido.

Sus feromonas alteraron todo a su alrededor. Inevitablemente, alfas y betas de Hannover y Taiyou giraron hacia él. Anton se sintió enfermo de repente, recordando la humillación que Ancel le hizo pasar. El emperador afiló su mirada contra él. Inmutable a ello, el omega cabalgó hasta donde su prometido se encontraba, le ayudó a subir a su caballo. Kenshiro subió detrás de él y cerró uno de sus brazos por su cintura de manera posesiva. Si Ancel no era consciente del impacto de su presencia, Kenshiro lo era porque él mismo se sentía irremediablemente atraído por esas feromonas dominantes. El poder asusta, pero también atrae, Kenshiro lo sentía. Sintió su propio instinto rugir en consonancia con el de su omega, como si gruñeran juntos hacia el enemigo, pero se coquetearan sutilmente entre ellos.

Hazam se dio cuenta por qué el Príncipe de la Muerte lo poseía. Junto a ese omega podía dominar el mundo y hacer que el omega le diera a los futuros leones y dragones que dominarían todos los reinos. Creía que, aunque había perdido esa batalla ,también había ganado. Sabía que podía vencer a Kenshiro y había conocido a lo que los textos sagrados llamaban "omega destino". La leyenda del "omega destino" había quedado en su niñez, hacía demasiados años que ningún alda de su linaje encontraba al suyo. Durante generaciones no se había coronado a un omega como un consorte imperial. Hace siglos, se hizo solo con el omega que el alfa consideraba destinado, pero se había perdido esa costumbre, ya que los omegas estaban relegados a ser protegidos dentro del harén.

¿Que se ganaba con un omega siendo coronado?. Era mejor mantenerlos alejados de las intrigas políticas y cuidar su virtud de poder dar vida.

"Por eso es el líder de la Federación de Reinos Independientes. No es solo por su belleza, realmente los ha dominado a todos", pensó Hazam sobre Ancel. Las profecías y leyendas antiguas fueron llegando a su mente. Este momento estaba predestinado a suceder.

Su hermano cabalgó con velocidad. Ingresaron a la ciudad y perdió de vista al omega. Su propio animal interno jadeó de gusto por encontrar a su omega destino, pero también de nostalgia por ya no poder verlo. Quería volver a verlo lo más pronto posible.

—La ciudad va a caer, así que nos retiramos. La recuperaremos por nuestra cuenta. La tribu Daza es inutil para nuestros fines. — Sentenció Arslan. Había traído aquel regimiento de cien soldados elites para ser sacrificados y rescatar a su hermano, pero también tenía otro grupo esperándolos dentro de la ciudad, los cuales se giraron detrás de ellos para protegerlos.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora