Capítulo 33: Nuestro amor será eterno.

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Kenshiro era consciente de que nunca se había comportado de ese modo ante su madre. La había extrañado, la amaba con todo su ser y estaba agradecido por su afecto, crianza y protección. Sin embargo, no podía contener su enojo porque su pedido no fue respetado. Le pidió expresamente que no tomara decisiones sobre la elección de sus esposos, pero no fue escuchado, su madre había intentando tomar decisiones sobre su vida y que él las aceptara sin ninguna réplica.

Además, el atrevimiento de enviar esos decretos, especialmente, pedir que Ancel se encargara de escoger a candidatos para su harén, esa forma de insultarlo, le irritaba y ponía a la defensiva. Ancel era su omega destino, su alfa interno lo había nombrado de esa manera, por lo que verlo llorar era intolerable, solo quería hacerlo sentir feliz, protegido y, de esa manera, ser aceptado por completo por su omega. No estaba dispuesto a renunciar a su relación con Ancel bajo ningún motivo. Menos ahora que sabía que era correspondido. Luego de ganar una guerra, su alfa interno se sentía despierto, embravecido e incontenible. Deseaba a ese omega y lo obtendría aunque el mundo entero se opusiera.

Se encontraban en la residencia de la emperatriz, donde la tensión entre madre e hijo era palpable por todos los sirvientes que les rodeaban. Incluso Han sentía que se sofocaba. La emperatriz era una omega dominante que estaba buscando demostrar su autoridad ante su cachorro. Sin embargo, Kenshiro era ya un alfa adulto. No podía ser dominado por las feromonas maternas, menos cuando su instinto de alfa le exigía proteger a su omega.

—Estoy esperando tu respuesta, madre. — Había tomado asiento por indicación de su madre, pero ella no había respondido; en vez de responderle, se sentó, bebió té y guardó silencio. Sus dedos tamborileaban sobre la mesa, impacientes, su ceño se fruncía cada vez más visible.

—Justamente, esto es lo que estoy esperando, darme cuenta hasta donde te ha enloquecido ese inmoral omega. — Dijo su madre de repente.

—No es inmoral. —Subió un poco el tono de su voz. Su madre debería de ser consciente que al venir de una guerra su instinto de alfa estaba muy activo.

—Claro que lo es. Su deber era traer a tus concubinos, no seducirte. — Aunque su voz seguía siendo elegante, el brillo en su mirada había cambiado. — Estás frente a mí, siendo irrespetuoso por ese omega. Soy tu madre, he dedicado mi vida a protegerte ¿como puedes preferir a un omega desconocido?

Su madre era buena en la manipulación, de esa manera había sobrevivido en esta corte tan peligrosa, pero se daba cuenta que probablemente ella también lo había manipulado en algún momento.

—No tiene nada que ver lo uno con lo otro. — Replicó. — Eres mi madre, pero no estoy dispuesto a dejar que manejes mi vida futura y familiar a tu antojo. Ancel es mi omega, no estoy dispuesto a renunciar a él. —Admitió sin ningún titubeo. Ya no le encontraba sentido a mentir. Se sentía lo suficientemente poderoso para anunciarlo a los cuatro vientos. Es más, ese enloquecido instinto quería tomar a Ancel y presentarlo ante la corte como su omega.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora