Capítulo 91: Amado

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Su territorio, su guarida, su lugar seguro, desde que obtuvo su libertad, Han había aprendido lo que era tener algo suyo, que podía defender y que nadie más podía ingresar sin su permiso

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Su territorio, su guarida, su lugar seguro, desde que obtuvo su libertad, Han había aprendido lo que era tener algo suyo, que podía defender y que nadie más podía ingresar sin su permiso. Primero fue la casa en Whitehall, luego la residencia ubicada dentro del Castillo de Hannover y la mansión en la capital. Ambos territorios en los que solo su familia y su gente podían vivir.

Su instinto de alfa dominante estaba satisfecho, afianzándose a cómo debió ser siempre. Se dio cuenta que un alfa como él no tenía la naturaleza de un esclavo, pero que los Endo hacían creer eso a los clanes más antiguos que les servían. Quizás debería informarse mejor del pasado, cómo es que su clan perdió ante el clan Endo.

"No nacimos para ser esclavos", fue la primera vez que tuvo ese pensamiento de una forma tan arrebatadora.

En el ataque que su emperador planeaba contra Yamamoto tendría que participar, por lo que se sentía ansioso por ser participe, por darle cacería al gran dragón de Taiyou.

En ese instante, su mirada fue robada por Meth, su omega y esposo. No importaba si ya no eran pareja, para su instinto aquel omega era el líder de su familia, por lo cual era suyo y lo defendería de todos. Le había dicho que dividiera todas las ganancias entre su gente, los sirvientes y esclavos y, por supuesto, tomase todo lo que quisiese para él y para Amir.

Meth se estaba probando uno de los numerosos chales que le había traído de regalo del taller de la familia Sian. Era una lástima que esa familia ya no existiera porque realmente hacían buenos chales. Según supo, los omegas de esa familia, en lugar de vivir con la pensión propuesta por el emperador, decidieron ingresar al harem del Rey de Khor, el abuelo del príncipe Arno y de otros parientes.

—Todos te lucen, hermoso, Meth. — Alabó con una sonrisa.

El omega rodó los ojos.

—No lo entiendes, es el cumpleaños de nuestros cachorros. Debo vestir adecuadamente.

—¿Es eso o es por el príncipe que tienes de niñero de nuestros cachorros? — Comentó con una risita. Se acercó a Meth y le envolvió en sus brazos, sin ninguna intención adicional, simplemente le gustaba el aroma de Meth, hacía que su pantera interna se sintiera tranquila.

—Han... ¿de verdad no te molesta que le coquetee? — Dijo Meth, apoyándose en el otro.

—No. Aunque siento que te agrada más que como algo informal ... sino ya lo tendrías en tu cama.

Meth se giró y acunó sus mejillas, el contacto tierno hizo que Han ronroneara de gusto y se frotara contra las palmas del omega.

—Es muy inocente, para ser sincero. — Explicó Meth. — Es dulce y gracioso cuando se esfuerza por no ser un maldito clasista.

—Debe gustarte si lo encuentras gracioso y dulce. — Replicó.

—Un poco...

—Si te gusta, consérvalo. Solo, tengamos cuidado

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora