Capítulo 2: El heredero del imperio

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La familia imperial de Hannover había recibido un trato preferencial como invitados en el palacio Dacourt, por lo que tenían toda un ala para ellos y sus sirvientes. En una de las habitaciones, llevaron al príncipe heredero para ser tratado por el médico real de Whitehall. En un rincón de la habitación, apartado del resto de presentes, Ancel no podía quitar su mirada del joven que noqueó esa misma noche.

Evidentemente, conocía el nombre formal del heredero del imperio Hannover, todo el mundo lo conocía. También sabía su edad, su año de debut, sus reconocimientos y logros. El Imperio de Hannover no dejaba de resaltar al mundo las cualidades de su futuro emperador. Sin embargo, no podía dejar de detallarlo, como si aún no pudiera asimilar que alguien tan famoso, casi como una leyenda, estuviera en una de las habitaciones de su castillo. De pronto, recordó el aliento del alfa sobre su nuca y nuevamente sintió un estremecimiento en esa porción de piel.

Como anfitriones, su padre y Ancel debían de estar presentes, atentos a las demandas de la familia imperial y de la salud del príncipe hasta que el médico indicara que este se encontraba fuera de peligro. Por supuesto, se ordenó mantener un absoluto secretismo entre todos los implicados. La fiesta aún continuaba en el salón principal, pero ellos debían de ser amables con la familia imperial de Hannover. El emperador y su emperatriz no deseaban que nadie más supiera que su heredero estaba herido, aún se desconocían las causas.

El médico real estaba terminando de limpiar la herida y vendarla. Al parecer, el joven príncipe alfa tenía un corte en su costado derecho, al igual que sus brazos tenían algunos cortes leves. Aunque el sanador no lo dijo, se trataba, evidentemente, de cortes de espadas. Ancel estaba curioso de cómo se había herido y quién se atrevió a atacarlo. El príncipe llegó sin guardia, pero no debería de ser el caso, siendo el príncipe más importante del mundo Occidental ¿por qué viajaría sin escolta?

Cuando el médico y sus asistentes terminaron de limpiar las heridas, se giraron aun con las cabezas inclinadas hacia el suelo, no dirigiendo sus miradas a los ojos del emperador y la emperatriz.

—No se preocupen, sus majestades imperiales, no son cortes mortales. —Indicó el médico real. — Pero, ha perdido sangre, así que debe de estar agotado.

—¿Está seguro? —Intervino la emperatriz. Ella tenía un tono entre exigente y preocupado. Era natural. Ella era una omega y su único cachorro fue el príncipe que estaba inconsciente. Ancel pudo notar el parecido que tenían ambos. El príncipe imperial no se parecía en nada al emperador. Los rasgos orientales como el cabello lacio, largo, negro y los ojos razgados del príncipe lo hacían parecer más a un príncipe oriental del antiguo Imperio Taiyou de dónde provenía la emperatriz.

Por su parte, el emperador de Hannover se mantenía en mutismo absoluto. Esto marcaba un angustiante contraste con la preocupación evidente de la emperatriz. Ancel observó el intercambio con curiosidad. Según sabía, la emperatriz había sido una consorte imperial; es decir, la segunda esposa después de la emperatriz. Sin embargo, la antigua emperatriz de Hannover y sus cachorros murieron. Por lo cual, la segunda consorte venida de un imperio extranjero se volvió emperatriz y su hijo el heredero.

El médico aplicó algunas compresas con ungüento medicinal. Luego, enseñó a sus asistentes y a los criados más responsables y confiables que tenían para que se encargaran del cuidado del príncipe. A pesar de eso, la emperatriz también aprendió. Sus feromonas llenas de preocupación por su cachorro eran evidentes al olfato de todos.

Mientras tanto, el rey Clovis, padre de Ancel, intercambió algunas palabras con el emperador Sthephano y luego impartió órdenes al médicp, al jefe de la guardia real y al jefe de sirvientes. Todos tenían instrucciones de cuidar, atender y obedecer a la familia imperial.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora