Capítulo 89: El rugido de la bestia

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Como parte de la "Luna de Miel", Ryu no podía abandonar el palacio de la Emperatriz, pues se suponía que tendría que pasar atendiendo a su esposo en la cámara nupcial que se había dispuesto para su unión

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Como parte de la "Luna de Miel", Ryu no podía abandonar el palacio de la Emperatriz, pues se suponía que tendría que pasar atendiendo a su esposo en la cámara nupcial que se había dispuesto para su unión. Dentro del Palacio de la Emperatriz todo era controlado por el propio Kenshiro y Ancel, por lo cual no había problema con que Ryu ocupara una habitación anexa. Nadie fuera del palacio sabría que Ryu no estaba compartiendo el tiempo que debía con su esposo. Se suponía que Kenshiro y él ya habían compartido intimidad juntos, por lo cual la prueba de virginidad estaba descartada.

Por otro lado, algunos sirvientes de Ryu salían al exterior del palacio para traer cambios de ropa y otros objetivos que su familia le enviaban. En una de estas piezas detectó el aroma de su padre, lo cual era extraño, ya que este tipo de preparaciones las debía hacer el padre omega del consorte o la Emperatriz Madre.

Intrigado, entreabrió un joyero. Había una peineta. Pero no era posible que su padre le enviase algo así en ese momento. Tocó la peineta y se dio cuenta que estaba hueca. Entonces, buscó en el interior, donde encontró una carta de su padre. Por fuera solo indicaba que se la entregara a Kenshiro con urgencia.

Salió de su habitación y fue hacia la de su "esposo" que seguramente estaba entreniéndose con el emperador concorte. En la puerta, había sirvientes y guardias escoltando. Por un momento pensó que no sería recibido, pero Kenshiro salió vestido con su armadura negra, y le escuchó. Le entregó la carta. El alfa abrió la carta y pudo notar como perdía color su rostro. Seguidamente, ingresó y volvió a salir con una nota.

—Entrégasela a tu mismo sirviente. Y luego debes guarecerte bien en tu habitación. Es posible que en algún momento de la madrugada tengamos que salir de misión, junto a tu padre.

—¿El momento de acabar con el gran dragón?

—Posiblemente.

—Entiendo.

Tomó la nota y la entregó a su sirviente, dándose cuenta que era uno de los guardianes de su padre que se había camuflado como sirviente.

—Príncipe Ryu, su padre me dejará aquí luego de darle la nota, lo protegeré. Será una madrugada agitada. Vístase con algo sencillo por si hay que huir.

—Bien.

Su padre y Kenshiro le daría un golpe de Estado a su abuelo, solo podía acabar de dos formas: ellos venciendo y su padre siendo el nuevo emperador o ambos muertos.

...

Kenshiro regresó a su habitación, apretó la carta de su tío en sus manos. Lo que había previsto se había cumplido. Había dictaminado las órdenes necesarias a su guardia oscura para esta noche, también a Han, en especial a él. Sin embargo, había esperado que fuera más simple.

"Si vamos a dar el golpe contra el dragón mayor debe ser hoy. Yeda es el encargado de asesinar al león peliplata, y, probablemente, el dragón ha enviado a su líder guardián para obtener la cabeza del león dorado. Ha dejado claro que si no obtiene esas dos cabezas será la de Yeda la que correrá. Incluso si Yeda no lo consigue, seguramente ha dispuesto todo para que de alguna forma ambos leones mueran. No me ha contado nada más que eso y me tiene vigilado desde hace semanas. Sin embargo, por el bien de Yeda, de los leones y de nosotros mismos, es el momento, pero tendremos que enfrentarnos a él, su guardia oscura y a mis hermanos que están de su lado. Una vez marchado contra él no hay marcha atrás"

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora