Capítulo 69: El inicio de nuestra historia

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Luego de un ronroneo involuntario, Ancel despertó adormecido, pero sintiéndose satisfecho

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Luego de un ronroneo involuntario, Ancel despertó adormecido, pero sintiéndose satisfecho. Había dormido sin ser atormentado por los recuerdos de Ariel, por lo que pudo descansar a plenitud. Olfateó el claro aroma a vino de arroz con algunos matices frutales dulcetes llenando la habitación. Ronroneó complacido, pues todo su ser se sentía cómodo y protegido. Entonces, se dio cuenta de que estaba acurrucado contra el cuerpo de su alfa. Sonrió y sintió que sus mejillas se sonrojaron. Antes de empezar la noche de bodas pensó que lo harían varias veces, pero lo cierto es que estaban agotados físicamente y emocionalmente. Había sido un largo tramo hasta su boda. Ancel se quedó dormido mientras estaban anudados y no había despertado en toda la noche.

Acarició el pecho de su alfa y dejó un beso sobre uno de los moretones. Subió su mirada y se encontró con esos ojos azules profundos que lo observaban con cariño.

—Ken...mi esposo...—Susurró. Sus rizos cayeron sobre su rostro.

El alfa se acercó a su omega, despejó su rostro y besó su boca suavemente. Poco a poco, el beso se fue haciendo más largo y profundo, el alfa se fue levantando, haciendo que el omega quede debajo de su cuerpo. Deslizó sus besos por el lóbulo de la oreja y luego por todo el cuello. Escuchó un jadeo complacido que le animó a deslizar su mano por la cadera del otro.

—¿Qué hora es? — Preguntó Ancel, sintiendo un cosquilleo de deseo por todo su cuerpo.

—Cerca del mediodía. —Respondió Kenshiro que se había despertado hace una hora.

—¡Dioses...! — Se espabiló. — Tenemos que presentarnos ante el pueblo.

Se sentó de golpe, entonces el ligero dolor en las caderas hizo que su fuerza disminuya.

—Cálmate, amor. — Intervino Kenshiro. — Mientras dormías, te acicalé un poco y ya mandé a que trajeran comida. Debes de comer primero. Adrien ya se encargó de todo para nuestra llegada al centro.

—Es bueno tener a Adrien como secretario. Sabía que podía confiar en él. — Suspiró de alivio.

—Ahora, relájate hasta que llegue la comida. Pedí tus platillos favoritos.

—¡Qué gran alfa! —Dejó un pequeño beso fugaz. — Ayúdame a ponerme el camisón para sentarme a comer. Tengo mucha hambre. — Se quejó.

Kenshiro se puso de pie sin vergüenza, mostrando todo su cuerpo desnudo. En ese instante, Ancel sintió un cosquilleo en el bajo vientre. Recordó todas las caricias de la noche y deseó no tener que levantarse. Sin embargo, si bien la boda y coronación habían sido algo apresuradas, era necesario presentarse ante el pueblo en el centro, como una forma de celebrar con ellos. Era el único deber que tenía, entonces podría volver a sus aposentos. Aún no habían decidido la fecha exacta de regreso hacia Hannover, pero sería aproximadamente en tres semanas.

Crónicas de Amor y Guerra [ABO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora