Décimo segundo día: El retorno de las lechuzas, esta vez es personal

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Pansy se despertó en uno de los bordes de la cama. En el otro, descansaba una melena pelirroja. Pero no se trataba de su calabaza con patas. Era imposible confundirlos. Ya no solo era por el largo. Si uno se fijaba bien, el pelirrojo de Ron era más color calabaza. Un tono más anaranjado. Sin embargo, Ginny tenía unos matices más rojizos, más oscuros. Le gustaba notar esas diferencias entre ellos. Es más, le gustaba imaginar que, algún día, sabría las diferencias entre los siete hermanos Weasley.

Se levantó con cuidado. No quería despertar a su compañera provisional de habitación. Antes incluso de que le hubiese dado tiempo de salir de su cuarto, empezó a escuchar los gritos.

—¡Tiene que ser una broma! ¡Pensaba que nos habíamos librado de esto!

—¿Qué sucede, Malfoy? —preguntó somnoliento Vincent, que recién salía también de su habitación.

El rubio llegó hecho una furia con sobres en la mano y el rostro compugido.

—¡Lechuzas! Eso sucede. ¡Volvieron las lechuzas!

Lanzó los sobres al suelo con aire dramático y volteó a encerrarse en el baño.

—Le encanta el drama —comentó la azabache, mientras el resto de compañeros se seguían levantando.

Igualito que yo.

Vincent se estaba frotando los ojos cuando sintió que alguien le abrazaba por detrás. En un primer momento, se puso en estado de alerta. No estaba acostumbrado a esas muestras de cariño. Pero pronto reconoció los brazos gruesos de Goyle y se sintió acogido en ellos. Se dejó rodear y fundir, mientras terminaba de desperezarse.

—Buenos días —dijo Crabbe.

—Sin duda, Hermione, alguien le está haciendo la competencia a tu ship favorito —comentó Ginny, burlesca.

—Jamás, Nevstoria son los más tiernos.

—¿Pero a que no se abrazan así recién despertados? 

—Ginny tiene un punto —comentó Ron—. Yo no sería tan cariñoso en la mañana. Alguien me abraza por detrás cuando aún no soy persona, y como mínimo le clavaría la varita en la nariz.

—Es bueno saber qué ángulos debo proteger, calabaza.

Ron no pudo evitar sonreír al escuchar esa voz y esas palabras incluso antes de voltear para mirar a Pansy. Y cuando la vio, pudo sentir cómo su sonrisa se estiraba aún más. Sabía que debía hablar con ella sobre sus inseguridades. Pero eso podía esperar. Especialmente cuando Astoria tenía tanto razón. Solo hacía falta ver a Pansy para sonreír.

—Entonces, ¿nuevas cartas? —aventuró Harry, tomando una de las que Draco había dejado por el suelo.

—Deberíamos esperar a Malfoy para leerlas, ¿no es cierto? —sugirió Crabbe.

—Yo lo aviso —se ofreció Hermione, yendo a buscarlo.

Mientras tanto, Harry comenzó a abrir el sobre con impaciencia.

—Draco —llamó la peliverde, tras dar un par de toques en la puerta.

—Pasa.

—¿Estás presentable? —preguntó ella, medio bromeando, pero abriendo la puerta de todas formas.

Se encontró al rubio frente al lavabo, enjuagándose la cara.

—Espero que no estés tratando de esconderte en el cuarto de baño —empezó Hermione.

—No. Me refiero, no es un secreto que odio a esos pajarracos. Pero no me escondo. Solo necesito mi momento de privacidad.

—¿Prefieres entonces que me vaya y no lo interrumpa?

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora