Séptimo día: El club de la comedia y el cotilla de turno

9K 408 628
                                    

—¿Ya ha acabado por hoy?— preguntó Neville.

—Para vosotros, chicos, sí. Para Ronsia, Pansy, Astoria, Herms y yo, no— comentó Ginny, arrastrando a su hermano a uno de los cuartos, seguida por el resto de chicas. 

Así que, los cinco chicos restantes caminaron hacia sus respectivos cuartos, pensando al principio que un poco de paz y tranquilidad les vendría bien. Pero no sabía cuán aburridos iban a acabar sin las chicas. 

Vincent llegó a su cuarto compartido dispuesto a no prestar demasiada atención a los comentarios groseros que su compañero pudiese dirigirle. Pero no dijo nada. El chico no sabía qué le dolía más, que le ignorase o que le insultase. Ambas cosas le dañaban más de lo que nunca imaginó. 

"Contente", se pidió. "No te arrastres. No le hables. No le supliques perdón. No hiciste nada malo. Tranquilo." Sin embargo, estaba de todo menos tranquilo. Paseaba inquieto la mirada por la habitación, rezando a Merlín que sus ojos no pararan ni por un instante en los de Goyle. 

Por su parte, Gregory miraba a su antiguo amigo parado en mitad de la habitación girando la cabeza hacia todas partes. Él tampoco quería admitir cuánto echaba de menos poder hablar con su amigo y escuchar sus chistes malos. Seguía enfadado con él. Realmente, ya ni recordaba por qué estaba tan dolido con su amigo. Había olvidado que lo único que había hecho Crabbe era abrirle los ojos a la realidad. Con quien realmente estaba enfadado Goyle era con ella. Con esa cruda y mortal realidad. 

"¿Todo por Pansy? ¿Odias la realidad por una chica?", le habría dicho unos meses atrás Vincent, mientras agarraba una galleta de vete-a-saber-qué. Goyle hubiese asentido, aceptando otra galleta que seguramente su amigo le estaría ofreciendo. "Pero olvídalo", le contestaría después de acabar su galleta. "¿Qué tal tú?" Y Vincent se esforzaría por inventarse otro chiste de "Entran en una taberna..." ¡Cuánto echaba de menos los viejos tiempos! Pero no. 

"Ahora Crabbe debe de odiarme", pensó. "Igual que yo le odio a él. Pero yo fui más cruel. ¿Qué me hizo él? ¡Eh! ¡No es tu culpa, Goyle! Ser cruel es lo tuyo, ¿no? Además, seguro que se lo tenía merecido. Hiciese lo que sea que hizo. Pero le traicioné. Utilicé en contra suya algo que sabía que le dolería, porque confiaba en mí lo suficiente como para no ocultarlo con tantas ganas. ¡No te eches atrás ahora, Goyle! Pero... ¡Nada de peros! No pienses. A otra cosa. Y rápido."

Mientras él tenía un duro debate interno, su compañero se había sentado a su lado en la orilla de la cama. Pero aún sin mirarle. 

—Así que no tienes valor para mirarme y sí para sentarte conmigo— observó Gregory, intentando poner todo el desprecio posible a su voz, y arrepintiéndose al instante. 

—Este también es mi cuarto. Y esta también es mi cama. Pero quiero ahorrar a mi vista el mal trago de mirarte, desgraciado— respondió el otro, con el mismo desprecio y el mismo arrepentimiento. 

—¿Ahora soy yo el desgraciado? Habló el que... el que...— el muchacho no tenía ni idea de qué decir a continuación. Siempre había sido un chico de pocas luces, pero al menos podía arreglárselas para devolver las pullas a otros. Pero no a Crabbe. Nunca había tenido que intentar herirle, y era horrible. No podía seguir dañándolo. Simplemente, no podía. 

"No vas a conseguir que salga contigo por despecho", le había dicho la noche anterior. Y no había dejado de insultarlo y despreciarlo desde entonces. ¿No era ya hora de parar? Pero, al mismo tiempo, no podía pedirle perdón. Sabía que lo había tratado mal, pero no podía disculparse, porque a pesar de que empezaba entender que se equivocaba, seguía enfadado. 

Así que, hizo lo único que se le ocurrió. Huyó. Salió del cuarto y empezó a caminar por el pasillo, sin querer saber nada más de nadie. 

Huyó de la situación, dejando a Crabbe solo con sus pensamientos. Dejándolo recordar lo que había sucedido tan solo dos noches atrás. ¡Se habían abrazado! ¡Maldita sea, se habían abrazado! ¿Cómo era posible avanzar tanto con alguien para que todo se destruyese un día más tarde? Crabbe siguió recordando aquella noche, cuando había sido tan feliz. La recordó con nostalgia, pero tranquilidad... hasta que recordó el momento clave. 

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora