Décimo octavo día: Croyle

213 23 20
                                    

Greg y Vincent se habían despertado tarde y habían desayunado como reyes. Habían bromeado y habían jugado a Globstones, como si fuese un domingo habitual en la sala común de Slytherin.

—¿Sabes? —dijo de repente Goyle, mientras esperaba su turno en el juego.

—Dime.

—Hablé con Longbottom.

—¿Sí? 

El rostro de Vincent se iluminó y Greggory se sintió orgulloso de saber que él era la razón. Y de haber intentado hacerlo bien con Neville. Todo merecería la pena por la felicidad de Vincent.

—Sí. Es un buen tipo, la verdad. Confronté mis inseguridades con él, tal y como dijo la pared. Y me ayudó. Me intentó animar y... me dijo algo muy lindo.

—¿Qué te dijo?

—Que tenía que aprender a perdonarme.

—¿A perdonarte? ¿Qué te has hecho?

—Te traté horrible cuando... bueno, cuando me enteré de lo que sentías por mí. Pagué contigo la frustración de que Pansy no me quisiese de vuelta y te dejé sin un mejor amigo solo porque estaba enojado con el mundo.

—Pero eso me lo hiciste a mí, y yo ya te perdoné por ello.

—Sí, pero yo no. Sigo pensando que por eso no soy suficiente para ti. Sigo odiándome un poco por ello y temo el momento en el que algo así pueda volver a ocurrir. No quiero hacerte daño. No quiero huir ni acobardarme, ni quiero explotar a cada que tengamos una pelea. Quiero poder ser tan abierto con tus emociones como lo eres tú y quiero poder manejar mi enojo. Pero no puedo. Y esa situación me lo recuerda.

—Pero, Greg, han pasado muchas cosas desde esa situación. Has estado siendo más abierto con tus emociones que nunca. Tú fuiste quien me pidió ser su novio, ¿recuerdas? Y también me constaste tu inseguridad cuando... bueno, ya sabes.. el incidente de la "tienda de campaña". 

—Lo sé, pero así no soy. Yo soy el otro Goyle, el que es un gorila bruto.

—No lo eres. Nunca lo fuiste en un primer lugar, y, aunque lo hubieses sido, cambiaste mucho en la sala. Greg, nunca pensé que serías tú el que nos querría dar una oportunidad. Y, de momento, nos está yendo bien.

—Pero tengo miedo de que nos vaya bien solo por estar en esta burbuja. Dijiste que probaríamos el noviazgo mientras estuviésemos en la sala. Y, si aquí no funcionaba, nos olvidaríamos de todo al salir. Pero, ¿y si el problema es cuando salgamos?

—¿Te avergüenzas de mí?

—No, no es eso. Pero no soy el único que no entiende que a un chico le guste otro chico.

—Greg, no quiero ocultar lo nuestro.

—Lo sé, y por eso tengo miedo de regarla.

—No, a lo que me refiero es... No quiero ocultarlo, pero tampoco hace falta anunciarlo. Siempre hemos ido juntos por los pasillos y nunca nadie sospechó nada.

—Porque antes éramos amigos.

—Y lo seguimos siendo. Solo que ahora hay otra cosa por ahí.

—¿Qué quieres decir?

—Que sí, somos novios. Pero seguimos siendo amigos. La gente puede seguir pensando eso. No es que lo ocultemos, pero tampoco hace falta que se lo digamos a todo el mundo. Quien lo sepa, lo sabrá y quien lo vea, lo verá. Pero mi idea tampoco fue nunca la de besarnos en todos los pasillos. Me gusta la intimidad.

—No quiero que pienses que me avergüenzo de ti.

—Sé que no lo haces. Además, nuestra relación solo nos involucra a los dos. Nadie más tiene por qué tener la oportunidad de meterse en medio.

El grandullón sonrió y le dio un apretón de manos a su novio. Cada vez era más fácil pensar en esa etiqueta.

—Vincent. Quiero que vayamos al grupo de apoyo para personas como nosotros.

—Iremos, no te preocupes.

Ahora Vincent también sonreía.

—Espero que te perdones. O, que al menos, no pienses que necesariamente repetirás todos tus errores del pasado.

Greggory asintió. Llegaría a ese punto, eventualmente, aunque quizás aún quedaba un camino por recorrer.

—Por cierto, te toca —comentó Vincent, dándole un pequeño toque con el hombro. Goyle rio y continuaron su juego.

La tarde llegó y habían pasado todo el día jugando y riendo. De vez en cuando, habían estado contando anécdotas y preguntándose sobre situaciones futuras. En un momento, Goyle se dejó caer boca arriba en la cama y Crabbe se sentó en la orilla, sin saber si tumbarse y acurrucarse junto a su novio o eso sería ir demasiado rápido. Greggory lo miró y le hizo hueco junto a él, respondiendo a su pregunta no dicha.

Estuvieron abrazados en la cama en silencio durante largos minutos, simplemente escuchando los latidos del otro y relajándose en brazos del otro.

—Así es como debería haber sido la primera vez que estuvimos encerrados en el cuarto, ¿no crees? —comentó Greggory.

—Eso ya es agua pasada —respondió Vincent.

—Pero es tiempo que ya no recuperaremos.

—Bueno, tendremos la sala común para repetir estos momentos.

—¿Y qué haremos con Malfoy, Zabini y Nott? ¿Los corremos de la habitación?

—Podría ser una muy buena solución —rio Crabbe—. Aunque no hemos hecho nada que los fuese a incomodar.

—Eso puede cambiar —dijo Greggory.

Acto seguido, acarició el rostro de Vincent y lo acercó con cuidado y sutileza a sus labios. Vincent se dejó besar con dulzura. Pronto, esa ternura y calidez se convirtió en un apasionado beso. Las manos de Vincent estaban por todo el torso de Greggory y las manos de Greggory trataban de acercar todo lo posible a Vincent y a retenerlo en sus brazos. 

En algún momento, Vincent estaba encima de Greggory, besándolo por todas partes. En algún otro momento, las túnicas de ambos chicos estaban desperdigadas por el suelo de la habitación. Y poco después, no había nada que separase sus pieles de sus caricias y besos.

Fueron caricias torpes e inocentes. Fueron besos sonrojados y tímidos. Sus suspiros se veían interrumpidos de vez en cuando por risas cómplices y bobaliconas. Sus dedos inexpertos recorrieron todo cuanto había por recorrer con una delicadeza infinita. Compartían sonrisas nerviosas y dulces.

Cuando la noche había caído, ellos volvían a estar solo abrazados. Con la diferencia de que ahora estaban acalorados, agotados y totalmente emocionados.

—¿Cómo estás? —preguntó Greggory con una timidez sobrecogedora. Se sentía abrumado por todas las sensaciones que su cuerpo y su corazón habían experimentado.

—Ha sido... mágico —respondió Vincent, acariciando el pelo del chico y mirándolo embelesado a los ojos.

—Somos magos, bobo.

—Ya sabes a lo que me refiero —se defendió Vincent, dándole un pequeño golpe en el hombro.

—Espero que nadie nos haya oído —comentó Goyle, mientras una risita se le escapaba de los labios. Esa risa se unió a otra de Vincent y poco a poco se convirtieron en sonoras carcajadas. Estuvieron largos minutos sin poder contenerlas y, cuanto más lo intentaban, más altas sonaban.

—Ahora sí que nos habrán oído —dijo Crabbe, cuando al fin cesaron.

Goyle le acarició la nariz con ternura y, después los labios, tentado de besarlos. Fue Vincent el que los unió durante unos instantes de nuevo.

—¿Me acompañas a ese baño relajante diario?

—Será un placer —respondió Greggory, con una enorme sonrisa.

***


¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora