Décimo quinto día: Fiesta de disfraces

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Ahora, métanse en uno de los cuartos y no salgan de ahí hasta que lo tengan todo resuelto.

En cuanto al resto...

La pared esperó unos cautelosos minutos hasta que los tres se hubieron encerrado en la habitación.

Para el resto, ¿qué les parece una fiesta de disfraces?

—¿De repente es Halloween?

Bueno, no sé para qué les pregunto su opinión.

Ya saben que aquí no tienen voz ni voto.

Bueno, al menos espero que lo sepan.

—¿Y en qué consistirá esa fiesta de disfraces? —preguntó Greggory, cruzándose de brazos.

En lo que consisten normalmente las fiestas de disfraces.

Tiene los elementos de las fiestas.

Música, bailar, retos...

Y los elementos de los disfraces.

Que, bueno...

Son disfraces.

—¿Así que retos? —preguntó Harry, algo escéptico. ¿No había dicho la propia pared que estaba cansada de los retos y verdades? ¿De los mismos ciclos una y otra vez?

Ustedes prepáranse y déjense de preguntas.

Las palabras se borraron de la pared, como si la propia presencia hubiese decidido marcharse. Volvería. Pero parecían haberla molestado suficiente como para poder darse un respiro.

—¿Y de qué se supone que vamos a disfrazarnos? —preguntó Pansy.

—Bueno, siempre hacerlo simple. Una sábana y son fantasmas —sugirió Harry.

—¿Una sábana? ¿Has visto a alguno de los fantasmas de Hogwarts con una sábana?

—No, claro que no. Es solo la percepción que tienen los muggles. Una sábana y gafas de sol.

—¿Para qué querría un fantasma gafas de sol? —se extrañó Astoria.

Harry se encogió de hombros y buscó apoyo en el resto de miembros de la sala. Hasta que recordó que la única otra persona que había sido criada por muggles era Hermione. Y en esos momentos no estaba precisamente disponible.

—No lo sé, ha sido una idea estúpida —se resignó finalmente el chico.

—No. ¿Sabes qué? Lo haré. Me parece chido —dijo inmediatamente Pansy. No tenía ni idea de muggles. Pero, desde luego, el aparato que las lechuzas le habían traído le había gustado. Y si con eso conseguía sacarle una sonrisa a Harry, seguro que también las sábanas fantasmas le gustarían.

—No hace falta que lo hagas por lástima.

—Ey, a mí también me parece una buena idea —secundó Astoria.

—Sí, ¿por qué no? —añadió Neville

—¿Es que nadie va a ser original? —rio el azabache.

—¡Yo! —se apresuró a responder Ron— Iré de...

—Vamos, calabaza, sabes que solo hay una respuesta correcta a eso —comentó Pansy con una sonrisa en sus labios.

Esa sonrisa se contagió al pelirrojo y lo supo.

—De calabaza con patas.

La sonrisa de Pansy aumentó aún más. Le gustaba. Y no solo el disfraz. Le gustaba Ron. Y esperaba que ese sentimiento no se terminase pronto.

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora