Interludio: Preparándose para la fiesta

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¡Hola! Ya tenía pensado hacer la fiesta, pero creí mejor presentar a los personajes primero. Espero haber hecho honor a vuestros personajes. ^^

—¡Venga, venga, venga!— repetía una y otra vez Hope Lounmoyd.— Vamos, ¡que no es para mañana! Tenemos que estar allí hoy. ¡Rápido! ¡Ya quiero llegar!

Hope llevaba la última hora repitiendo que debían marcharse de inmediato. Para ella, todos iban demasiado despacio. Andaban despacio, comían despacio y, lo peor de todo, se estaban preparando mortalmente despacio. 

—¡Agh! ¡Vamos! ¡Cállate!— le espetó una tal Inés. 

Hope resopló moviendo sin querer una de sus ondas azabaches. Bueno, realmente le daba igual cómo diantres quedase su cabello. Solo necesitaba salir de ahí en ese preciso instante. Sin embargo, decidió darles una tregua a sus futuros compañeros de fiesta.

—Lamento ahogaros la fiesta, princesitas, pero estoy con la Gryffindor— concordó Valerie Greenleaf. 

Consideraba que tanto maquillaje era absurdo. ¿Qué pretendían? ¿Enamorar a alguien tan solo con la máscara de falsedad con la que tintaban su rostro? A pesar de no ser tan impaciente como la buena de Hope, ella también estaba empezando a cansarse de no hacer nada. Valerie se dedicó a contemplar a todas las chicas de aquella sala.

Lennhye Sherhald, que más bien parecía una pariente lejana de los Weasley. El pelo largo intensamente naranja, que bien podría representar su lado más efusivo y guerro, contrastaban con unos suaves ojos color miel, que mostraban su lado más agradable. Hablaba con otra compañera de casa Gryffindor llamada Claudia. Esta última sonreía alegre y emocionada provocando que brillasen sus ojos esmeralda. 

Los ojos de Valerie pasaron al siguiente grupito de Gryffindors. Selene Rivero, la chica chocolate (en serio, sus ojos y su pelo eran color chocolate, y tenía una especie de adicción al chocolate), hablaba con Isabella Fontaine y Saru Tonks. La primera hablaba mientras la segunda escuchaba atentamente y terminaba de arreglarse su cabello rubio cobrizo. La tercera comentaba de vez en cuando, cambiando el color de su cabello y sus ojos, para quedar finalmente siendo una pelirrojo de ojos verdes. 

—Cielos, estoy deseando bailar en la sala con el trío de oro— comentó una chica a sus dos compañeras de casa, haciendo que Valerie decidiera mirarlas a ellas. 

La que había hablado era una chica bastante normalita, llamada Cecilia. No era ni muy alta ni muy baja, ni muy gorda ni muy delgada. Tenía el pelo negro y los ojos marrones. Hizo amago de dar una vuelta sobre sí misma, pero al intentarlo, golpeó sin querer a María. 

—Lo siento— se disculpó. 

María hizo un gesto para quitarle importancia mientras se acomodaba sus lentes negros. Ella tampoco era una chica que destacase demasiado por su aspecto, salvo quizás por sus rizos voluminosos. La otra Gryffindor que cerraba el trío, rió. Era una muchacha llamada Mane, quien se había rasurado el pelo castaño hacía un tiempo, y ahora se le quedaba demasiado corto como para recogérselo pero tan largo que le molestaba. 

—Venga, ya. Ya TENÉIS que estar listas— insistió una vez más Hope. Esta vez, quien se molestó fue Cris, una chica alta y morena. 

—En serio, Lounmoyd, ¡cállate! 

—¡Es que sois muy lentas!

Una Hufflepuff llamada Elena se río tímidamente, esperando que nadie hubiese oído esa risa. Se recogió el cabello en una coleta rubia y sonrío, preparándose mentalmente para estar rodeada de personas. Esta vez, fue ella quien decidió barrer el vestuario con una mirada azul. 

La primera persona con la que se toparon sus ojos fue su vieja amiga Rachel Harrison. Una Hufflepuff más bien bajita, de tez morena y rizos oscuros (oscuros, que no negros). Sus ojos café le devolvieron la mirada.

La capitana actual del equipo de Ravenclaw captó la mirada de Elena, quien la apartó al instante, manteniendo en su mente la imagen de la cazadora del equipo. Rebeca McGreggor tenía constitución alta y delgada, los ojos grises y el cabello moreno y rizado. Justo en ese momento, acomodaba su insignia de la PEDDO.

A su lado, pero sin ni siquiera mirarla, estaba Sole. No porque estuviese molesta con ella, sino porque estaba demasiado enfrascada en su conversación con Inés, la chica que había hecho callar a Hope la primera vez. Sole era una muchacha de ojos pardos y cabello marrón. Con un brillo en su rostro de alegría desenfrenada. 

Claire Thompson terminaba de hacer los últimos arreglos a su atuendo. La albina no había pronunciado ni una sola palabra desde que Elena había entrado, y sospechaba que antes tampoco había hablado demasiado. Un aire de misterio envolvía a la Slytherin de ojos verdes. 

La última persona en la que Elena se fijó fue en Valerie Greenleaf. La chica siempre había seria y callada, aunque no tanto como Claire. Valerie tenía una constitución alta y delgada, lo que resultaba imponente junto con sus ojos grandes y negros. Su piel era ligeramente tostada, tirando a trigueña. 

—¿Sabéis qué?— dijo Hope, por última vez.— Yo me voy. Nos vemos allí, chicas.

La azabache volteó y salió por la puerta tan campante, sin preocuparse de si alguien la seguiría o no. Sin embargo, al ver a alguien en movimiento, todas se apresuraron en terminar sus cosas y seguirla, emocionadas de poder entrar en aquella misteriosa sala de la que sus compañeras le habían hablado tanto. 

Al llegar a la puerta de la famosa sala, un muchacho les esperaba. 

—¿En serio soy el único chico?— se quejó Arturo Rowling, un muchacho alto y castaño. 

Algunas rieron, mientras que Lennhye Sherhald abría la puerta. Dentro alguien ya había preparado mesas con comida. 

—Creo que hacen falta más platos de comida— opinó Rebecca McGeggor, quien comenzó a conjurar un hechizo convocador.

Saru, la metamorfomaga, atrapó un plato vacío en el aire. Sin embargo, este se le resbaló de las manos. 

—Perdón— se disculpó—, yo solo quería llevarlo de vuelto para que lo llenasen...

En cuestión de segundos, Ginny, Hermione, Astoria, Pansy y Ron con vestido aparecieron en la sala, completamente boquiabiertos. Esperen un segundo, ¿Ron con vestido?

—¿Valerie?— preguntó Astoria. 

—¡COMIDA!— gritó el pelirrojo, famoso por su estómago. 




¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora