Octavo día: Madrugada de Nevstoria y Drarry

6.8K 343 1K
                                    

La pareja se miró sonrojada. Ambos eran aún muy inocentes.

¿A qué esperan?

¡Vamos, vamos!

Así que, Neville y Astoria caminaron juntos hasta el baño. 

—A ver... ¿cómo hacemos esto? —preguntó tímido el chico.

—Primero, cojamos ropa interior limpia, ¿te parece?

—¿Significa eso que...?

El chico tragó saliva sin poder continuar la frase. Estaba muy MUY nervioso. 

—No, no, no, no tiene por qué —se apresuró a decir la castaña ante la incomodidad de su novio. 

—Pero si luego nos vamos a cambiar, será lo mismo. 

—Sí, pero escucha, tú no tienes que hacer nada que no quieras —murmuró Astoria acariciando la cara del muchacho—. Yo voy a... bueno a ducharme entera. 

—Creo que... creo que haré lo mismo. Pero no mires, ¿vale?

Astoria sonrió con picardía: 

—No prometo nada.

Las mejillas de Neville se asemejaban a dos tomates bien rojos. La chica le besó con cariño la mejilla justo antes de meterse en la ducha/bañera y correr la cortina. Él se quedó fuera unos momentos, los justos para que Astoria, desde dentro, lanzase la ropa. El Gryffindor, lleno de vergüenza se sacó los calzoncillos y se metió dentro de la pieza de fontanería con los ojos cerrados.  

—Puedes abrir los ojos, ¿sabes? —comentó la castaña, poniendo una mano sobre el hombro de su novio. Él se puso tenso y se quedó paralizado. 

—Pero...

—Abre los ojos, Nev —insistió la Slytherin en un susurro. 

El chico poco a poco abrió los ojos, pero no despegó la vista de los ojos de Astoria, sin atreverse a bajarla más. La chica le sonrió con timidez y murmuró: 

—No te avergüences de nada.

El agua empezó a caer sobre ellos y Neville aún no se veía capaz de mover ni un músculo. Mientras tanto, Astoria se enjabonaba. Poco a poco, el león pudo moverse y cogió el jabón muy despacio. Cada vez, el chico sentía más y más calor en sus mejillas. 

Sin querer, su mirada se desvió unos instantes al cuerpo de la joven. Se quedó paralizado y la pastilla de jabón se cayó al suelo de la ducha, sobresaltando a Astoria. 

—Y-ya la coj-cojo yo —tartamudeó Neville. 

Al agacharse y alzar la mirada, volvió a encontrarse con el cuerpo desnudo de la chica de la que se había enamorado. Bajó la mirada, casi al borde de un ataque al corazón. El jabón comenzó a resbalarse de sus manos de nuevo. Por suerte, Astoria notó el nerviosismo del chico y se agachó con él. Puso las manos sobre las de él y estabilizó el jabón. Neville volvió a alzar la mirada y se encontró con la ternura de esos ojos castaños le empezaban a volver medio loco.

—P-perd-dón. 

—Tranquilo, Nev. No pasa nada. Estás nervioso, lo entiendo, pero no tienes por qué. 

La chica tomó el rostro del muchacho entre sus manos y depositó con dulzura un beso en su frente.  Se puso en pie y cogiendo de las manos al chico le ayudó a incorporarse. 

Sin más incidentes, la pareja terminó de ducharse. 

—¿Listo? —preguntó Astoria. 

Neville asintió con la cabeza. 

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora