Décimo segundo día: El baile, porque no hay adolescentes sin prom

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—¿Lo ves, Potter? Estos colores te resaltan los ojos —le dijo Pansy, cediéndole un espejo a su amigo y mirando su obra con orgullo.

—Sí, sí, lo que digas —dijo él, quitándole importancia. Aunque la realidad era que la azabache tenía razón. Le gustaba cómo le quedaba—. Ahora, vayamos a la fiesta.

Esas palabras congelaron parcialmente a Pansy. Sabía que se habían preparado para la fiesta, pero... De alguna manera, no lo había llegado a asimilar. Iba a volver a ir a un baile de Navidad. Sabía que no volvería a pasar lo mismo. Ya habían tenido más fiestas en la sala. Y también en la sala común de Slytherin. Jamás se había llegado a plantear que nada malo le pudiese pasar, pero... No. Era una oportunidad para volver a tener su baile de Navidad. Y esta vez, todo iría bien. Tenía una oportunidad de que las cosas saliesen bien.

No había dejado aún su ensimismamiento cuando escuchó unos toquecitos en la puerta. Mientras Harry seguía contemplándose en el espejo, se acercó a abrir la puerta. Y se encontró con el rostro pecoso de Ron. Miraba hacia el suelo y vestía sus mejores galas. Una de sus manos se revolvía el pelo pelirrojo y golpeaba el suelo con el pie nerviosamente.

Pansy no pudo evitar sonreír de oreja a oreja.

—Dime, calabaza con patas.

—Pues... A ver, sé que es un poco tarde para decírtelo, pero...

Ron seguía mirando el suelo y, en ese momento, alzó los ojos para mirar directamente a los de la chica. Se perdió en ellos unos instantes y se le contagió la sonrisa. ¿Por qué Pansy tenía que verse tan preciosa? Era sensual y provocativa. Pero, además, estaba sonriendo y lo miraba con unos ojos... Eran unos ojos adorables. Lo miraba con la mirada que siempre había soñado que le dedicasen. Y ahí estaba. Y venía de la chica que más cosas le había hecho sentir esos últimos días.

—¿Quieres venir al baile de invierno conmigo? —preguntó. Las palabras salieron solas de sus labios al verla. Se sentía tranquilo al fin.

Pansy no le respondió con palabras. Se acercó a él y le rodeó el cuello con los brazos. Acercó sus labios y podía sentir su respiración. Y seguía sonriendo. Con esa sonrisa despampanante.

—¿Te importa si te beso? —preguntó Ron, sin poder apartar los ojos de esos labios y esa sonrisa.

Y, de nuevo, Pansy no respondió con palabras. Fue ella la que recortó la distancia entre ellos y se dejó llevar por él.

—Ejem... —carraspeó Harry.

Ron se separó, pero Pansy lo seguía mirando fijamente. No parecía haberse molestado o incomodado por la interrupción.

—Vamos saliendo, ¿no? —preguntó Harry.

—Sí, sí, claro —murmuró Ron, colorado y mirando al suelo.

Pansy soltó una carcajada y tomó la mano del pelirrojo, antes de salir del cuarto y tirar de él, con la cabeza bien alta y una mirada de seguridad y confianza.

Harry sacudió la cabeza, pensando que su nueva amiga no tenía remedio, pero acabó saliendo él también.

Fuera, esperaban los demás. Ya se habían formado algunos grupitos de conversación. Neville, Ginny y Astoria estaban junto a una mesa de comida, mientras las dos chicas comían mariscos y los tres conversaban. Crabbe, Goyle y Malfoy también estaban hablando, pero parecían más tensos. Por último, Hermione estaba más apartada, mirando la mesa de las bebidas.

Harry, entendiendo que volvía a ser la tercera rueda, se acercó a su amiga.

—¿Ya planeas emborracharte? Eso no es muy propio de la niña buena del salón —bromeó el chico.

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora