Segundo día: Longbottom el del sapo

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El primero en despertarse fue Neville. O eso creyó él. Todos los sacos de dormir estaban en el suelo, y en la habitación no había nadie en pie. Se dirigió sigilosamente a la salita. Para su sorpresa, alguien estaba mirando por la ventana. 

Su melena castaña caía despeinada sobre sus hombros. Sus ojos marrones miraban el infinito. Estaba sentada en el alféizar abrazando sus rodillas. Con su pijama verde y rosa intentaba conservar el calor, pero sus labios morados demostraban que no lo estaba consiguiendo. 

—¿Astoria?—musitó el chico con timidez. 

Por un segundo, la expresión de la chica había sido de ternura; pero tan sólo fue un segundo. Pronto se volvió fría y cortante, como siempre. 

—¿Qué haces, Longbottom? ¿No deberías estar cazando a tu sapito?—replicó burlesca. 

El chico bajó la cabeza avergonzado. Murmuró algo que Astoria no pudo oír, pero supo que no era algo agradable. 

—Longbottom...—dijo la chica con mucha duda en su voz. Él alzó la cabeza.— Eres alguien fuerte...

La frase se quedó flotando en el aire. Neville no creía lo que acababa de oír. Bueno, lo que no creía era quién lo había dicho. Seguramente lo había imaginado. El pequeño salón se quedó sumido en el completo silencio. Aunque en la cabeza del chico aún retumbaban aquellas palabras. "Eres alguien fuerte..."

—¿Me has oído?— preguntó la muchacha rompiendo la quietud del momento. 

El chico seguía con la mirada clavada en el suelo, pero al atreverse a desviarla un segundo hacia la joven, vio que ella había posado los ojos en él. Él asintió con la cabeza y volvió a contemplar el suelo, que al parecer, era bastante interesante.

—Eres curioso, Longbottom—oyó decir a la chica.— Todos los de Slytherin te llamamos "Longbottom el del sapo". Pareces débil, idiota, estúpido, cobarde...

—Lo he cogido—apuntó Neville apretando los dientes. 

—Pero el caso—continuó Astoria—, es que algo me dice que no eres así. Es decir, lo pienso. Pero ahora mismo, que te tengo cara a cara, no siento que seas estúpido ni cobarde. Simplemente eres inseguro. Tú mismo crees que no estás a la altura, y por eso no llegas. Si llegaras a confiar en ti mismo, no importaría lo que los demás dijéramos. 

—¿Por qué me dices esto?—preguntó al fin el azabache. 

—Porque no es justo. No es justo que ataquemos tu debilidad. Eres inseguro, y nos aprovechamos de eso. Y no vale. 

Se miraron por un segundo a los ojos. La castaña desvió de nuevo la vista hacia la ventana, y Neville clavó sus ojos en el suelo. 

Entonces, llegaron las lechuzas.

***

Hola! Bueno, una chica (@Saragaty12) me dio una brillante idea. Que vosotr@s os podáis comunicar con los personajes. Podréis enviarles cartas, regalos o artilugios de broma y ellos los leerán. Enviad vuestras cartas aquí (aclarando que son para ellos) y las leerán en la próxima parte. 



¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora