Vigésimo día: Harry Potter, el maldito casanova

290 20 31
                                    

La fiesta había continuado sin más dilación. Milu había subido el volumen de la música y estaba danzando por el lugar. Algunos se le habían unido y otros se habían quedando bebiendo y charlando con tranquilidad.

Vincent y Greggory bailaban abrazados con calma, cuando Damiano se tropezó con ellos de camino a la cocina. Vincent había estado demasiado ensimismado como para darse cuenta, pero Greggory paró al instante. Cruzó una mirada con Damiano y pudo ver una chispa de rencor.

—¿Estás bien? —le preguntó el Slytherin.

—Sí —respondió Damiano entre dientes. Había dejado de creer en la venganza como una solución a sus traumas, pero recordaba vívidamente cómo en tercer años ese par lo habían golpeado en los baños.

Greggory lo escrutó con la mirada, tratando de ubicar su rostro y saber por qué se le hacía tan familiar.

—¿Tuvimos clases en común?

—Alguna que otra —respondió Damiano, cortante y dispuesto a retomar su camino.

Vincent dejó entonces sus ensoñaciones y miró a Damiano. Antes de que pudiese alejarse más, lo tomó del brazo.

—Yo te recuerdo —le dijo, con el rostro apenado.

—¿Ah, sí? —Alzó las cejas con escepticismo.

—Sí. No fue uno de mis mejores momentos, si te soy sincero. — Su voz sonaba genuinamente arrepentida—. Nunca podré compensar lo que hicimos, pero...

Greggory se llevó entonces las manos a la cara, recordando e intentando cubrirse por la vergüenza y la culpabilidad. Más errores del pasado que salían a la superficie como los fantasmas.

—Lo lamento tanto —musitó Greg, interrumpiendo la disculpa de Vincent.

Damiano frunció el ceño. Eso no se lo esperaba. Aguardó silencio unos segundos, sin estar seguro de cómo actuar. Finalmente, les ofreció una mano para estrechar.

—Comenzaremos de cero, entonces.

Vincent se la estrechó y Greggory se unió a ellos.

No muy alejados de ellos, Kiara y Ron platicaban acerca de George, la Madriguera y anécdotas familiares. 

En otro lugar, Harry conversaba con Hermione y Pansy acerca de ese último beso con Draco.

—Creo que deberías confrontar tus sentimientos con él —dijo la castaña, después de haber escuchado por largo rato cómo su mejor amigo fantaseaba y se regodeaba en el físico del rubio.

No sabía si estaba siendo una buena amiga aconsejándolo. Quería ayudar a su amigo, pero era difícil ser imparcial cuando la persona por la que él sentía algo era la persona por la que ella también sentía algo. Consideraba que estaba haciendo lo mejor. Había aprendido en esa sala que lo más importante era la comunicación y la sinceridad.

Pansy negó con la cabeza.

—¿Para qué? Él ya lo sabe. Los dos lo saben. Y también saben que no saldrá nada de esta situación. A Harry le atrae Draco, pero eso no es suficiente para una relación. Además, a Draco no le gustan los chicos.

—Que nosotros sepamos —matizó Hermione—. No negarás que le encanta cuando Harry intenta algo con él.

—Pero es porque le encanta gustar. También adoraba mi atención, y no por eso significaba que quisiese estar conmigo.

Harry las miraba, confuso con sus propios sentimientos.

—¿Por qué crees que se lo debería decir, Herms?

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora