Décimo cuarto día: Riddikulus miedos y una pared mediadora

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El grito de Goyle había resonado por toda la sala. Y era por algo justificado. Un enorme y monstruoso esperpento se alzaba frente a él y Neville. Estaba en carne viva y sus músculos parecían palpitar y sangrar al mismo tiempo.

—¿Qué demonios es eso? —gritó el Slytherin aterrado y completamente paralizado por el miedo.

Neville, también asustado, intentó tranquilizarse y dar un paso al frente. Cuando se interpuso entre la criatura y Goyle, su figura mutó. Mutó hasta convertirse en una copia idéntica del profesor Snape.

De repente, el chico volvía a tener 13 años y estaba en clase de Defensa Contra las Artes Oscuras. De repente, el profesor Lupin le susurraba al oído los pasos exactos que tenía que seguir.

Mientras la figura del profesor Snape se acercaba a él, él cerró los ojos y se lo imaginó vestido con la ropa de su abuela. Sacó su varita y, con firmeza, conjuró:

—¡Riddikulus!

De repente, el profesor de pociones volvía a vestir el vestido, el bolso y el sombrero típicos de la anciana. Goyle lo miró contrariado. Ni siquiera se plantearon por qué de repente podían hacer magia de nuevo.

—Se trata de un boggart. Lo estudiamos en tercero —explicó Neville.

Greggory asintió lentamente, como si estuviese recordando.

En ese momento, el boggart se alejó de ellos en dirección a la puerta del salón, y justo Pansy aparecía por ella. En un parpadeo, la criatura volvió a cambiar de forma. Ahora, era Astoria. Neville se sorprendió con el parecido.

—Astoria, me has asustado, ¿todo bien? —preguntó la Slytherin, sin haber sido consciente del cambio que se acababa de producir.

Antes de que ninguno de los dos chicos pudiese advertirla, el boggart habló:

—Estaría mejor si tú no estuvieses aquí. He intentado durante estos días soportarte. De veras lo intenté. Pero es imposible. No sé cómo pude ser tan ingenua de pensar que tú y yo volveríamos a ser amigas de nuevo. No podemos. Porque eres un ser despreciable.

Pansy iba palideciendo a cada palabra. Draco apareció tras ella y miró la escena, confuso y... algo enfadado.

—Greengrass, ¿qué es lo que está mal contigo? —le preguntó, repitiendo las palabras que su compañera le había dirigido a él unos minutos antes.

—Ella. Solo es una cáscara vacía, superficial y...

Draco avanzó y, al interponerse entre ambas chicas, Astoria cambió de forma. De repente, ya no era la Slytherin castaña. De repente, Lucius Malfoy estaba en la sala. Lo miraba completamente en silencio, con desprecio en cada parte de su cuerpo. El Malfoy menor se sobrecogió por un instante, sin saber cómo reaccionar.

Estaba demasiado nervioso como para reconocer que solo era un boggart. La mirada penetrante de su padre lo bloqueaba por completo. No necesitaba decir ni una sola palabra para dejarlo plantado en el sitio.

El resto de estudiantes, también atraídos por grito de Goyle, estaban llegando poco a poco para encontrarse con Lucius Malfoy frente a su hijo. Ninguno había visto nunca a Draco verse tan pequeño y diminuto. Ninguno, salvo quizás Pansy. Como por acto reflejo, la chica le colocó una mano en el hombro a su compañero, intentando infundirle fuerzas.

—Lucius Malfoy, salga ahora mismo de esta sala —ordenó Hermione, con una voz determinada y rígida. Sin embargo, el hombre ni siquiera se giró a mirarla.

—Chicos, no es... —empezó Neville, cuando Ginny ya se había acercado demasiado al boggart.

De nuevo, en un pestañeo, Lucius Malfoy había desaparecido. Y lo único que había dejado atrás era un cuaderno negro raído y con las hojas amarillentas. La pelirroja lo reconoció al instante. El diario de Tom Riddle. Y supo que no era real.

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora