Séptimo día: Después de la fiesta, viene la tempestad

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Después de muchos abrazos y promesas de volver a verse al salir de la sala, los invitados se fueron. 

—¿Deberíamos recoger?— preguntó Ginny, quien no había parado de bailar y cantar junto a Rachel y Neville.  

—No creo, ya se encargará la pared —opinó Harry. 

Ya, claro. 

La pared es ahora vuestra sirvienta personal...

Idos a la...

—Ya recojo yo —cortó Hermione, haciendo un movimiento de varita que dejó la sala impecable. 

Gracias, rubia de bote.

—¿Sabéis? Creo que me estoy cansando de ese apodo —bromeó ella. 

—Podrías volver al castaño —sugirió Ginny. 

—Así ya seríamos dos castañas, e igualamos el número de pelirrojos —dijo Astoria, intentando sonreír. 

Venga, dejaos de bromas malas y a dormir. 

Sin embargo, pocas personas conseguirían dormir bien aquella noche. 

***

—Bueno, espero que te acuerdes del reto, Granger— dijo coqueto Draco.

Era cierto que les habían retado a dormir juntos en ropa interior. Hermione suspiró, sin saber lo que pensaba realmente de ese reto. ¿Le gustaba? ¿Lo detestaba? No lo sabía y, realmente, no quería saberlo. 

Llevaba un tiempo harta de esa sala y de la persona en la que se convertía estando en ella. Quizás fuese por el hecho de que no podía salir de allí y aquello era claustrofóbico, incluso para ella. O quizás fuese que se relacionaba con las mismas personas sin posibilidad de hablar con nadie más. Quizás fuese por la falta de aire fresco y porque en la sala ya empezaba a apestar. O tal vez fuese porque realmente ese era su auténtico yo. Un ser despreciable que jugaba a dos bandas, además de rencoroso y celoso. 

—Vamos, ¿qué te pasa, Granger? —insistió el chico, quien tampoco estaba teniendo uno de sus mejores días. Se empezaba a sentir más solo que nunca, pero esperaba que estando en el cuarto no fuese ignorado.

—Nada —respondió Hermione cortante mientras empezaba a quitarse prendas de mala gana. 

"Ya van dos que no confían en mí", se dijo Draco, recordando la reacción de Astoria cuando él se había interesado en ella. 

—Como quieras, Granger. Pero puedes contarme lo que quieras, lo sabes, ¿no?

El rubio comenzó a quitarse el vestido también, mientras que la Gryffindor se recostaba en la cama y se tapaba con la sábana. Malfoy se acostó a su lado, pero no se cubrió con las sábanas. Simplemente se colocó de medio lado, dándole la espalda a la chica. 

***

Por su parte, Neville y Astoria estaban en silencio. 

—Nev...— murmuró la castaña—, ¿estás bien?

—Claro —contestó él, forzando una sonrisa.

—Por favor, no hagas eso —suplicó la muchacha—. No finjas.

—A lo mejor no estoy taaaaan bien. Pero no importa, en serio. 

—Nev, yo no pretendía herirte. Lo siento si lo he hecho. Es que estoy muy confusa y...

—No tienes por qué darme explicaciones. No me las debes, de verdad que no —la cortó el chico con voz dulce—. Y no te preocupes por herirme. Nunca podrías. 

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora