Décimo octavo día: Nevstoria

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Cuando Astoria se despertó, se asombró al no ver a su lado a Crabbe. Pero fue una grata sorpresa darse cuenta de quién ocupaba la otra mitad de la cama: Neville. No pudo contener su alegría y lo abrazó con fuerza, despertándolo abruptamente de su sueño.

—¡Buenos días! —exclamó, cuando el chico gruñó algo aún medio adormilado.

—¿Astoria? —se extrañó él.

—La pared dijo que debíamos pasar todo el día con la persona con la que despertásemos. Y esa eres tú —dijo, embriagada por la felicidad.

—Me alegra que estés feliz de verme —dijo él, aún con los ojos entrecerrados.

—¿Bromeas? Neville, nada me hace más feliz que despertar a tu lado.

—Eres toda una romántica —sonrió él.

—Me ofende que lo dudes.

Aún abrazada a él, comenzó a darle pequeños besos en la frente y la cabeza. No sabía por qué estaba tan eufórica, pero lo estaba. 

—No te tenía todo para mí desde... desde el sexto día en realidad —comentó Astoria.

—¿Sabes qué? Me encanta que, aunque hayan pasado tantas cosas, nosotros sigamos igual.

La sonrisa de la castaña se ensanchó aún más.

—Nev, te quiero. Y agradezco a la pared por dejarme disfrutar todo el día de ti.

—Me gusta verte alegrarte tanto.

Astoria por fin se soltó de su novio y se quedó sentada en la cama con las piernas cruzadas.

—¿Y bien? ¿Cómo te fue anoche? Cuéntamelo todo.

Neville aún no había terminado de despertarse, pero la energía de Astoria era contagiosa.

—Pues... fue realmente lindo. Extraño, ¿no? Creo que, al menos durante un segundo, Greggory realmente confió en mí y me vio como un amigo.

—¿Por qué te interesa tanto ser amigo de Greggory?

—Porque... Vincent se está convirtiendo muy rápido en uno de mis mejores amigos. Y sé que tanto Greggory como yo somos importantes para él. Quiero ponerle las cosas fáciles, ¿sabes?

Astoria reflexionó durante un instante, frunciendo el ceño sin darse cuenta.

—¿Estás bien? —le preguntó Neville.

—Sí... Es solo que... Anoche estuve hablando con Crabbe. 

—¿Y cómo fue?

—Me preguntó sobre Ginny. Y me hizo pensar que... nuestra estúpida rencilla te está haciendo daño.

—No te preocupes, Astoria, está bien.

—No, no lo está. Te quiero —dijo la castaña, muy seria y tomándole la mano—. No quiero causarte problemas ni quiero que estés en medio de nosotras dos. Intentaré llevarme bien con ella, ¿vale? Te lo prometo. Intentaré hacer las paces.

Neville sonrió de nuevo.

—Gracias —dijo simplemente.

Astoria no podía dejar de pensar que era ella quien tenía que estar agradecida. No solo por tener a Neville en su vida. Sino por todos. La sala le había dado más cosas de las que podía haber imaginado. Durante muchos años había formado una actitud cortante, constantemente a la defensiva y que intentaba ser mordaz e ingeniosa. Pero, la realidad era que era bastante molesta. Y había necesitado que Crabbe le hiciese entrar en razón. No podía seguir con esa actitud ante todas las personas. Y tampoco tenía la necesidad de tenerla.

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora