¿Verdad o reto? (HP)

Décimo octavo día: Ronsy

Ron se despertó antes de abrir los ojos. De lo primero de lo que fue consciente era de que estaba abrazando a la persona con la que compartía cama. La tenía estrechada fuertemente entre sus brazos y su pelo le hacía cosquillas en el mentón. Podía aspirar ese aroma a coco. Se dejó perder entre esas sensaciones cuando rápidamente se apartó.

Había compartido dormitorio con su hermana. ¡Estaba abrazando a su hermana! Pegó un respingo de la cama y se quedó de pie junto a ella, mirando horrorizado a... No era su hermana.

—¿Por qué diantres me tienes que despertar así? —protestó malhumorada Pansy— Diablos, Hermione, entiendo que quieras madrugar, pero esta no es la manera de conseguir que alguien sea un pajarito matutino.

Acto seguido, se cubrió con las sábanas hasta la cabeza. Ron suspiró aliviado. Al menos no había hecho la cucharita con su hermana. No pudo evitar soltar una carcajada ante este pensamiento. Al escuchar la risa, Pansy dejó asomar su cabeza y lo miró por primera vez en la mañana, aún arropada con las sábanas.

—Tú no eres Hermione —dijo confusa.

—Vaya, no te esperaba tan decepcionada —rio él.

—No es eso. Anda, vuelve a la cama —refunfuñó ella, volviendo a cubrirse la cabeza.

Ron sacudió la cabeza, pero la obedeció. Se tumbó junto a ella y en cuanto se cubrió, Pansy volteó para abrazarse a él. Una enorme sonrisa surcó el rostro del pelirrojo. Ese sería un muy buen día. 

El pelirrojo estuvo mirando el techo y dejando la mente en blanco. Por primera vez en muchos días, estaba completamente relajado. Y lo mejor era que sabía que estaría todo el día protegido por esa especie de intimidad. No tendría que esperar a un nuevo reto o verdad que causase más drama. No tendría que escuchar ninguna discusión ni nada que los pudiese perturbar. 

Estuvo largo rato simplemente disfrutando del abrazo de Pansy, del aroma de su champú y de la comodidad de la cama. Hasta que su estómago empezó a rugir. Hizo amago de levantarse, pero Pansy gruñó algo.

—Tengo que levantarme si quiero desayunar.

—No —respondió ella, adormecida.

Ron no pudo evitar reír.

—A la cuenta de tres, me levantaré.

—Pero estoy muy cómoda —protestó ella, con un tono lastimero.

—Nunca te había visto tan amodorrada —rio el chico.

—Mimimimi —replicó, abrazándolo más fuerte.

—Bueno, como quieras. Si no te quieres soltar, te llevaré conmigo.

Ron se puso en pie con dificultad, y Pansy tuvo que levantarse también, completamente agarrada a él. De repente, abrió los ojos y se soltó.

—Está bien, está bien —admitió, algo derrotada—. Desayunemos algo.

—Tú puedes seguir durmiendo.

—No, ya me has levantado. Tú ganas —dijo malhumorada.

Mientras desayunaban, el rostro de Pansy se fue iluminando poco a poco, hasta recuperar su jovial alegría habitual.

—No sabía que podías tener tan mal despertar —comentó Ron, cuando ya casi habían acabado.

—¿Esto? Esto no ha sido comparado con mi verdadero mal despertar —dijo ella, riendo—. Espero que estés preparado para lo peor, calabaza, porque cuando estemos juntos te tocará soportar algo más que un gruñido y un "estoy cómoda".