Séptimo día: ¿Sueño o premonición?

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La rubia despertó entre los brazos del Slytherin. Se sorprendió al principio, pero no le dio demasiada importancia. Salieron a la salita, como todas las mañanas. Todos estaban allí. Sin embargo, no eran cartas lo que veían entrar. 

Era una especie de luz cegadora. Entonces sí llegaron las lechuzas. Esta vez no parecían transportar cartas, tan solo paquetes. Fue Goyle quien abrió el más grande. Era un televisor muggle, pero era plano. Parecía una versión reducida y negra de la pared de la sala. ¿Qué era aquello? 

Al tocarlo, se encendió la pantalla. La primera imagen en salir fue un chico de ojos avellana y cabello castaño. Llevaba unas gafas y era curiosamente parecido a Harry. 

—¡Hola! —exclamaba. 

Alguien golpeaba la cabeza del chico con... ¿con una llave inglesa?, al tiempo que una cabellera castaña tan desordenada como la de la propia Hermione aparecía. Los ojos de la portadora de ese pelo eran grises... iguales a los de Draco. 

—Te dije que no tocases mis cosas.

—No es necesario ser tan violenta, Malfoy —se quejaba el chico que les había saludado antes. 

—No me digas Malfoy, Potter...

—Solo si tú no me dices Potter —pidió riendo el chico. 

¿Potter? ¿Malfoy? ¿Qué era todo aquello?, se preguntaba Hermione. Ambos chicos de la pantalla rieron abrazándose. 

—Tortolitos, preséntense de una vez— habló una voz masculina. Un muchacho se hizo ver en la pantalla. Su corbata y su bufanda dejaban ver que era un Gryffindor. Su aspecto se hacía tierno y adorable, y le recordaba ligeramente a Neville. Sin querer, echó un vistazo a Neville y Astoria que contemplaban la pantalla extrañados, mientras se abrazaban. 

"Mi shiiip", se dijo Hermione. 

La joven de ojos grises sonrió y dio un paso adelante. 

—¡Hola, pasado! Nosotros somos... ¡la tercera generación! Sí, sus hijos... "Pero, ¡eso es imposible!" Blah, blah, blah. ¿Nos podemos ahorrar esa parte? Mi nombre es Violetta Narcissa... Agárrense fuerte antes de oír mis segundos apellidos... ¡Malfoy Granger!

—¿Qué? —saltó Ron, contrariado.— ¿De qué estás hablando? Hermione está conmigo. ¡Y ella dijo que quería estar conmigo!

—No me seas, tío Ron. Por algo estoy aquí. Además...

La tal Violetta miró hacia un lado, como si estuviesen esperando a alguien más. 

—Bueno, cada cosa a su tiempo, tío Ron. De momento, tengo 16 años... si es que sigo existiendo para cuando vosotros se decidan. Mamá, papá. ¿Se puede saber qué les pasa? Empiezo a desaparecer. ¡No lo permitan! Hablando de cosas más alegres, por supuesto, soy Slytherin y estoy saliendo con cierto Potter.

Le fascinaba la manera de cambiar de tema su supuesta hija. Vio cómo la castaña menor guiñaba un ojo al chico de antes, quien sonreía lascivo. A saber qué estaría haciendo su hija con ese tal Potter. Y no se sorprendería al saber el apellido materno. 

—Gente vieja, yo soy James Sirius Potter Weasley y también tengo 16. Soy Gryffindor y espero que tío Draco no me mate al descubrir que estoy saliendo con su hija. ¡Te queremos, Draco!

Hermione miró al aludido, quien estaba tan o más contrariado que ella. 

El otro muchacho, que hasta entonces se había quedado algo atrás (sí, justamente, el tierno Gryffindor), pasó adelante. 

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora