Décimo día: Una noche en común

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Hermione seguía riendo de la cara de total indignación de Ronald cuando sintió una mirada completamente fija en ella. Unos ojos grises no podían apartarse de la risa de la joven. Era hermosa. Draco la veía hermosa. En ese momento, con los ojos cerrados con pequeñas arrugas de felicidad y una risa escapando tímida entre sus labios... Solo podía describirla como hermosa.

Ron, por su parte, seguía sosteniendo a Rose Taylor cuando el muñeco desapareció de la nada.

—Bueno, me alegro de que al fin haya acabado nuestra experiencia como padres prematuros —comentó Pansy.

—Yo he tenido que cuidar de ella más que tú —protestó el pelirrojo.

La chica, por toda respuesta, le sacó la lengua de forma burlona. Ron hizo una mueca de molestia, provocando que Pansy riera. Y Ron ya no pudo seguir estando enfadado.

Bueno, vayan a sus dormitorios, muchachos.

Quiero que hagan drama.

—Lo siento, pero no eres mi madre —dijo Ginny—. Y me niego a irme ya a la cama solo porque un muro me lo ordene.

La verdad era que aún no estaba preparada para seguir durmiendo en la habitación a solas con Harry. Pero la pared no tenía por qué saber eso.

¡Retira lo dicho!

Soy una pared.

No un muro.

Soy mucho más sofisticada.

—Está bien, pared. Como quieras. Pero no me iré a dormir ya. Es más, pienso quedarme a dormir en este salón. Y que me acompañe quien quiera.

—Yo secundo la idea de la chica —dijo Pansy—. Puede ser divertido volver a dormir todos aquí, como los primeros días.

—Podría estar bien —dijo Goyle. No le gustaba estar de acuerdo con la comadreja. Y tampoco se sentía del todo cómodo estando de acuerdo con Pansy, a pesar de haber hecho las paces. Pero  no quería estar a solas con Vincent. Sentía demasiada presión. Todo iba muy rápido. No estaba preparado para afrontar que... Bueno, eso.

—Entonces, casi que parece decidido —continuó Neville, mirando a Astoria, como pidiéndole permiso—. Dormiremos todos juntos de nuevo.

Me las pagarán.

Sépanlo.

Más les vale hacer la noche entretenida.

O se las verán conmigo.

—Uy, estoy temblando —repuso la pelirroja con sarcasmo.

—Oigan, chicos, me gusta esta nueva Weasley —comentó Pansy. Y le agradaba esa sensación. ¿Quién sabía? Quizás en un futuro, Ginny fuese también parte de su familia. "Pero, ¿en qué demonios piensas, Parkinson?", se reprendió.

—¿Cuándo se volvieron estas dos amigas íntimas? —preguntó Draco. Algunos se encogieron de hombros por toda respuesta.

—Como todo en la sala —dijo Harry—. Por arte de magia.

—Espero que eso no fuese un chiste —dijo Crabbe, con una sonrisa tímida—. Porque ha sido incluso peor que los míos.

Harry rio. Y, por primera vez desde que habían llegado a la sala, se sintió completa y absolutamente a gusto. Se había conseguido reír con una persona a la que solía odiar. Se sentía cómodo con la idea de descansar todos juntos. Se sentía cómodo para hablar. Es más, se sentía relajado.

Harry se sentó en el suelo y se apoyó en la pared, aún riéndose. No era algo gracioso. Pero se sentía libre y relajado y en paz. Y esa risa era la única respuesta que le pedía su cuerpo.

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora