Décimo segundo día: Una noche diferente

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Cuando Ginny salió del baño, no quedaba nadie más en la sala principal. Agradeció no tener que enfrentarse a las miradas de ninguno de los presentes.

A Harry, con quien recién había terminado. No soportaría que él viese cómo había corrido a los labios de su enemigo. No soportaría que todo el dolor de su ruptura y de lo que conllevaba ser remplazado saliese a relucir. No soportaría que la odiase por haber hecho lo que había hecho. Quería estar en buenos términos con él. Incluso se había planteado que pudiesen regresar cuando estuviesen listos para ello. Pero Harry no querría regresar si supiese lo que había pasado. Aunque ni siquiera ella lo supiese.

A Ron, quien la había reprendido por su historial amoroso. Ella misma había dicho esa misma tarde que quería besuquearse con alguien. Y no había aguantado la actitud de su hermano al respecto. Pero quizás él tuviese razón. No podía haber caído tan bajo como para chaparse a Malfoy.

Tampoco quería ver a Hermione. ¿Qué le había hecho a su mejor amiga? Era cierto que ella había dejado claro que quería dejar a Draco y a Ron vivir tranquilos un tiempo, al margen de sus sentimientos por ella. Pero Ginny sabía que Hermione estaba sintiendo algo por Malfoy. Y ella misma abogaba por ellos. ¿Por qué se había metido en medio de esa forma?

Pero si pensaba en el brillo de desafío en la mirada de Draco mientras le soltaba algo para que ella bebiese. O si pensaba en sus labios sobre el vaso mientras bebía un trago. Si pensaba en su nuez tragando. Si pensaba en ese sabor a alcohol y a menta besándola en los baños. Si pensaba en sus manos firmes sobre sus... No. No podía volver a encenderse así.

Estaba borracha. Por eso había hecho lo que había hecho. Eso era lo que se recordaba una y otra vez. Tenía que dormir. No sabía cómo habría decidido la pared que dormirían esa noche, pero se metió en la primera puerta que vio.

Para su suerte, Neville roncaba plácidamente. Él no haría preguntas, de todas formas. Escaneó la habitación en la oscuridad para asegurarse de que Astoria no estaba a la vista y se tumbó a un lado de la cama, para poder descansar.

En la habitación contigua, Harry y Ron trataban de conseguir que Hermione descansara.

—Tienes que dormir ya —suplicó Harry—. Estamos todos cansados. Y no te viene bien seguir la juerga por tu parte.

—¡PERO NO SEAN AGUAFIESTAS! —gritó Hermione.

—Ey, tranquila, más bajito, Mione —habló Ron, en tono calmado.

Le había dicho a Pansy que acompañaría a Harry y Hermione. Sabía que Hermione necesitaba que la cuidasen. Y sabía que Harry no podría él solo. Pansy lo había entendido al instante y le había dado un beso en la mejilla para darle las buenas noches con una sonrisa. Y había sido un momento de calma absoluta.

Pero esa calma había desaparecido en el momento en el que le habían dicho a Hermione que debía dormir. El alcohol en la sangre de Hermione quería seguir bailando y gritando. Le había gustado la fiesta. Y no parecía admitir que ya era hora de dormir.

—Pero no sean así... Me decían siempre que me divirtiese. ¡Y eso hagooo! Chicos, sean comprensivos. ¿Y si nos escapamos y seguimos la fiesta nosotros? ¿Saben de algún sitio? ¡Vayamos! Como antes. Los tres solos. Por ahí viviendo aventuras.

Harry rio con nostalgia. Desde luego era más fácil antes. Con los tres solos, viviendo aventuras.

—Mañana lo haremos —mintió—. Pero antes tienes que descansar.

—¡BUH! ¡Aburrido! ¿Qué hay de ti, Ron? Tú quieres salir, ¿cierto? Siempre fuiste el más animado de los tres.

—Oye, no era yo el más popular de la Torre de Gryffindor.

—¡Oh! Es cierto. Hacían fiestas en honor a Harry Potter. El Elegido. Pero a ti te coronaron, Ron. Son ustedes chicos increíbles. Todo el mundo lo sabe. Son los héroes de la Torre de Gryffindor.

—Oh, sí, porque no nos costó nada encontrar pareja para el Baile de Navidad —repuso Ron, con sarcasmo.

—Dije héroes, no casanovas. Pero vamos, chicos, ustedes digan algo, y todos los seguiremos como corderos. Todos los admiramos, ¿lo saben, cierto? Admiramos el coraje de Harry Potter. Y su valentía y absurda y cansina moralidad. Dispuesto a sacrificar todo lo que es y todo lo que pueda por salvar el condenado mundo mágico. Y también admiramos la bondad y lealtad de Ronald Weasley. Y su santa paciencia. Y admiramos lo mucho que se esfuerza por sobresalir en todo, y conseguir igualar a sus hermanos. Y les cuento un secreto, chicos, él no sabe que los ha superado a todos ellos.

—Hermione, estás borracha —le dijo Ron con cariño—. Deberías descansar y decirnos todas esas cosas bonitas por la mañana, cuando sepamos que las dices en serio.

—Chicos, borracha o no, los quiero. Los quiero más de lo que jamás he querido a alguien. No solo son mis mejores amigos, son todo lo que me une a este mundo mágico y fantástico. Son lo que saca lo mejor de mí. Los quiero como no tienen una idea. Y quiero mantenerlos por siempre junto a mí. ¿Me prometen que no se alejarán? ¿Pase lo que pase?

—Te lo prometo —dijo Harry, enternecido.

—Sí, sí, lo que digan. Pero tenemos que dormir.

—Ya... Lo entendí. Voy a dormirme...

En cuanto se dejó arropar, Hermione cayó en un profundo sueño.

—¿No son adorables cuando crecen? —bromeó Harry.

—Desearía que nunca hubiese entrado en la adolescencia alcohólica —suspiró Ron, montándose una cama en el suelo con cojines.

Goyle, Crabbe, Greengrass y Parkinson habían ido todos a dormir a la misma habitación. En un principio, Vincent y Greg habían querido intimidad, pero ambos se asustaron. No querían aún enfrentarse a una primera noche en soledad tras haber... oficializado su relación. No querían enfrentarse al saber qué hacer ambos juntos. Así que les ofrecieron a las chicas dormir con ellos. Estaban ambas cansadas, así que no se opusieron demasiado.

En un inicio, habían intentado hablar de vanalidades, pero pronto fueron cayendo dormidos uno a uno.

El único que quedaba despierto era Draco. Se había intentado echar agua fría en el lavabo. ¿Qué diantres había pasado? ¿Y por qué quería repetir? No era por Ginny, o eso pensaba. Era el sentimiento. Había echado de menos esa forma de cariño. No era cariño exactamente. Esa forma de deseo. Y una vez la había vuelto a tener, la quería de vuelta.

Tenía que admitir que al principio se había imaginado esa situación con Hermione. Su voz, su tacto y sus labios. Pero pronto se dio cuenta de que se estaba perdiendo en Weasley. Y descubrió que no estaba nada mal. Es más, descubrió que le gustaba lo que estaba probando. Y quería más. De quien fuese. Quería perderse en Hermione. O quería reencontrarse con Ginny. O quería encontrar a una nueva persona a quien besar por puro deseo, y no por retos.

Si no podía tener la intimidad que Hermione le había enseñado en unos días. Si no podía tener ese cariño y esa preocupación genuina. Si no podía eso, quería recuperar sus días y noches con chicas de Slytherin. Y con ese deseo ardiente.

***

¿Verdad o reto? (HP)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora