16²

240 15 41
                                    

Nishimura Hooyeon siempre fue considerada una niña con gran futuro e inocencia pura, con alma de ángel y fuerza increíblemente limitada, de sonrisa radiante, hermosa figura y gran inteligencia. Ayudando a la gente si se le daba la oportunidad y siendo amable.
La gente mentiria si dijera que no la adoraban, Hooyeon era una chica con un corazón completamente único, desbordando un brillo bello y aroma dulce como su persona.

O eso era lo que quedó de la niña que la noche de el 12 de diciembre de 2006, a las cuatro y quince de la madrugada se encontraba en el hospital, gritando con fuerza mientras las gotas de sudor caían sobre su bata blanca, con la cara roja e hinchada, tratando de pujar para darle vida a sus dos cachorros.

El doctor también gritaba y las enfermeras se movían de un lado a otro, preocupadas por la pequeña niña de once años cuya alma inocente se rompió en el justo momento en el cual tal demonio le robo la gran pureza que desbordaba, Hooyeon había cambiado desde hace ya ocho meses, ya no era la misma, las estrellas en sus ojos se habían apagado persiguiendo a la vía láctea dónde se perdió la dulsura de su vida.

Seis horas más tarde, cuando todo acabo y Hooyeon se encontraba acostada en una camilla, agotada y un tanto adolorida se permitió mirar al techo, pensando en los miles de escenarios donde ella cargaría a sus cachorros e sonreiria, tal vez lloraría o explotaría una vez más al odio mismo que sentía por ese horrible sujeto, que hace minutos había sido corrido de su habitación después de que le dijera lo mucho que deseaba la muerte a sus cachorros. Nishimura no lo permitiría jamás, eran sus hijos, debía amarlos cómo diera lugar, de cualquier forma, Hooyeon los veía como lo único importante en su vida aunque hubieran sido creados por el castigo más grande de dios.

Diviso a sus padres ingresar a su habitación, detrás de ellos venía una enfermera, trayendo una incubadora junto a ella con dos bebés dentro de ella, su lobo no pudo evitar removerse perdido en un mar de emociones al notar como le extendían uno, con las minas fuerzas que tenía su delgado cuerpo se sentó en la camilla, ansiosa de verlos, sabía dentro de ella, ambos serían idénticos a su familia.

Lágrimas escaparon de sus ojos al momento que el cuerpo de su cachorro se removió en sus brazos al tomarlo, abriendo sus ojitos esmeralda con una bella sonrisa.

—Es idéntico a mi papá! —exclamo Hooyeon, tan alegre, tan cautivada e viva, mirando una y otra vez a su pequeño cachorro— Tiene los ojos de mamá....

In-yeop se acercó con una gran sonrisa, divisando al cachorro en brazos de su hija.

—A tu madre le hubiera encantado conocerlos...hubiera llorado de la emoción al ver qué su nieto heredó sus ojos —espeto, acariciando los sucios cabellos castaños de su hija; Eh inevitablemente su vista se dirigió hacia la incubadora, atento a ver al bebé en ella—

Hooyeon notó eso, volteando hacia su cachorrito que había dejado solito unos momentos por tanto admirar a su pequeño rubio. Le entrego a su padre al cachorro y extendio sus brazos a la enfermera nuevamente, está sonrió con ternura, entregándole al bebé sobrante en sus brazos.

La niña estaba emocionada ¿Tendría los ojos de su padre?, ¿Serían gemelos?, ¿Sería de otro color de cabello?, ¿Tendría alguna pequeña diferencia?. No importaba, ella lo amaría a como dieras lugar, era su cachorro, su fruto, su vida entera.

Al verlo, la sonrisa cayó en segundos y su cuerpo entero tembló del miedo y la irá al divisar los mismos ojos celestes que le quemaron aquel día, esos ojos que le hacían temblar y llorar, aquella mirada que le hizo callar. No puedo evitar moverse rápido, devolviéndolo enseguida s los brazos de la enfermera mientras cerraba los ojos con fuerza, permitiendose llorar sin control algúno.

— ¿Hooyeon? —pregunto su padre, preocupado por su reacción—

....Ciegame y guiame al jardín de laureles carmesí...

Mi Atractivo y Pasivo Profesor (SungHee)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora