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—¿Por qué me amas?— pregunta Porchay mientras el viento primaveral sopla a su alrededor.
Él y Kim están sentados en medio de un jardín, ambos descansan sobre el césped verde y suave. Es un día maravilloso para estar afuera y ellos están disfrutando del calor del sol. La pregunta escapa de la boca de Chay y Kim sonríe porque puede inferir que Chay no estaba pensando en hacer su pregunta en voz alta.
—¿Realmente necesitas una razón?— pregunta Kim a su vez y se da cuenta de que la sonrisa de Chay se ha ido.
Kim se siente ansioso cuando lo nota. Tiene miedo de que Chay tenga dudas sobre estar juntos. Kim tiene miedo de perderlo de nuevo.
Porchay se ve serio y un poco triste y Kim se da cuenta de que debe haber una buena razón para que Chay haga su pregunta. Tal vez necesita escucharlo explicar algo que no tiene una explicación lógica y si Chay lo necesita, Kim intentará poner en palabras algo que las palabras nunca explicarán por completo. Se lo debe a Chay. Está tratando de no lastimarlo más con el silencio. No dejará que se vaya solo porque no fue capaz de decir lo correcto.
—Es que... bueno... solo necesito... yo... yo sé que soy estúpido, lo siento— Chay tartamudea y Kim toma su mano entre las suyas. Kim deja que sus ojos se encuentren con los de Chay y la sonrisa aparece de nuevo en sus labios.
—No eres estúpido en absoluto— dice Kim lentamente—. E incluso si no fueras tan inteligente como eres, te amaría igual".
—P'Kim...
—Te amo porque eres Porchay, te amo porque eres mi ángel.
—Pero...
—No, no, pero no es posible cuando se trata de ti. Cuando estás conmigo, siento tu amor y tu bondad llenando cada espacio de mi corazón. Me amas por completo, me haces sentir completo también. Nadie más me hará sentir como tú lo haces. Me conmueves. Me haces feliz, me haces fuerte. Haces realidad todos los sueños que no sabía que tenía.
—Eso suena a poesía.
—Bueno, me conviertes en un poeta, Porchay Kittisawat y ahora necesito escribirte la canción de amor más cursi que he escrito, ¿eres feliz ahora?
—Sí, P'Kim. Soy tan feliz contigo.
—Amo cada pequeña cosa que haces— asegura Kim y Chay sonríe alegremente—. Pero si realmente necesitas una razón por la que te amo, puedo pensar en miles de ellas, ¿quieres que haga una lista?
—Creo que puedes darme mil besos y no una lista.
Kim sonríe con un dejo de diversión y sigue el consejo de Chay. Después de todo ya dicho más palabras de las que suele decir y la gente dice que las acciones siempre hablan más que las palabras...
