112: Estoy hambriento cariño, déjame poner mis labios sobre ti.

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—¡P' Kim, basta!— dice Chay en medio de un estallido de risas dulces que se pierden en medio del sonido del mar que, frente a ellos, parece cantar canciones de amor bajo los rayos del sol del verano.

Los labios de Kim están besando su cuello de forma suave y aunque la sensación es agradable, Chay aún no está tan acostumbrado aquellas muestras tan públicas de afecto. Quizá Kim esté acostumbrado a la atención que su sola existencia causa porque es WIK, una figura pública, pero para Chay todo eso es nuevo y aunque está disfrutando de sus vacaciones al lado de Kim como si los dos estuvieran en un paraíso al que nadie más que ellos tiene acceso, Chay no puede dejar de temer con que de la nada, alguien les tome una fotografía y la venda a las revistas de chismes que últimamente los persiguen a donde quiera que vayan.

—Me gusta besarte— susurra Kim en su oído y Chay siente un torrente de calor que poco tiene que ver con el clima tropical que los rodea cuando los labios de Kim recorren su oído hasta posarse en su mejilla y deslizarse suavemente hasta sus labios.

Y oh, sí, por supuesto. Chay también ama los besos de Kim y es increíble notar cómo después de meses juntos, aún hay mariposas revoloteando en su estomago cuando Kim lo besa así, de esa forma lenta y profunda que hace que el mundo entero se desvanezca y por un momento, Chay deja de pensar en lo que la gente dirá y se deja llevar por la sensación de la boca de Kim haciendo magia sobre la suya y las manos de Kim enredadas en su cabello. Y todo es hermoso y la boca de Kim parece hambrienta de él y Chay desea alimentarlo y...

—Hey, P'Kim, espera— dice Chay tímidamente y Kim se separa de él con un dejo de preocupación.

—¿Qué pasa, ángel?—pregunta Kim y Chay se siente un poco tonto ahora.

—¿Y si alguien nos ve y sucede lo de la otra vez?— pregunta Chay con un miedo sincero que hace que Kim le sonría de forma comprensiva.

—No pasará, la revista que publicó esa foto de los dos besándonos no sobrevivirá a las demandas de Khun ni a la falta de patrocinios de todas las empresas de las que mi familia tiene control— dice Kim con mucha seguridad—. Además, me aseguré de que nadie estuviera aquí antes de venir, ángel. No quiero exponerte a las habladurías de nadie. A mí no me importa lo que digan de mí pero sé que para ti no es sencillo. Así que no tengas miedo, aquí en este sitio solo estamos tú y yo.

—¿En serio?— pregunta Chay sintiendo que su cuerpo se relaja de forma instantánea.

—En serio, y ahora...— dice Kim acercándose a su rostro de nuevo— ¿Puedo besarte de nuevo? Te extrañé mucho durante tu semana de exámenes finales.

—¿Por eso estás hambriento?— bromea Chay.

—¿De ti? Siempre— dice Kim y como para dejar en claro su dicho anterior, vuelve a besar a Chay como si ese fuera su último beso.

Y el mundo vuelve a desaparecer y esta vez nada que no sean los labios de Kim sobre su piel importa de verdad para Chay.

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora