Kim dormía, había sido un día agitado, el primero de las vacaciones para Chay después de su primer año de universidad. Ciertamente a Kim le gustaba la idea de que Porchay estuviera cumpliendo su sueño en la facultad de música pero también estaba convencido de que un buen descanso no le venía mal a nadie. Kim no supo cuando fue qué se quedó dormido, sólo empezó a sentir todo el cansancio del mundo en sus huesos, cerró los ojos y dejó que el sopor lo arrastrara irremediablemente.
A unos pasos de él, un joven de cabello oscuro lo observaba fijamente con una sonrisa en los labios mezcla de ternura y dicha por partes iguales. Kimhan Theerapanyakul no sabía lo hermoso que lucía dormido, con sus grandes ojos marrones resguardados de la brillante luz del sol y sus labios entrecerrados, invitándolo a él, al joven que observaba a acercarse lentamente y debatirse entre la necesidad de besarle o seguir observándolo así, ajeno a todo, vulnerable, y a la vez tan fuerte, ajeno al mundo, pero tan suyo.
Los segundos transcurrían lentos, inevitables. Era su primer día de vacaciones en aquel lugar paradisiaco que Kim había insistido en visitar. Lentamente, sin poder soportarlo más, Chay se acercó a él, su figura recostada sobre la arena de pronto parecía invitarlo a tantas cosas y sin embargo, se quedó sentado a menos de un metro de dónde Kim estaba, mirando cómo su pecho subía y bajaba, ese pecho que él había tocado y besado con pasión tantas noches.
Pero ese momento, una dulce contemplación era todo lo que le importaba en el universo. Kim estaba ahí, él estaba ahí.
Sin pensarlo dos veces, Chay sacó el teléfono de la bolsa derecha del pantalón y enfocó con él al muchacho que dormía, queriendo guardar en una fotografía la belleza de esa imagen. Chay sonrió con el resultado de la foto y luego, muy lentamente, se acercó a Kim y tratando de no despertarlo, lo movió un poco de modo que su cabeza ahora descansaba en su pecho y Kim seguía dormido sin darse cuenta de nada, en sus brazos.
El sol empezaba a esconderse en el horizonte y el mar, antes azul brillante, comenzaba a volverse más oscuro. Kim siguió dormido mientras Chay acariciaba su cabello y le tarareaba una canción alegre al viento de la tarde.
—Esa es mi nueva canción favorita— dijo una voz adormilada, haciendo que Chay riera de forma nerviosa.
—Dices eso de todas mis canciones— contestó Porchay.
—Porque es la verdad, eres mi cantante favorito— dijo Kim.
Y como si nada hubiera pasado, Kim volvió a cerrar los ojos dejando que los brazos de Chay siguieran protegiéndolo y se quedó profundamente dormido. No soñaba, hacía mucho tiempo desde que no necesitaba hacerlo porque por algún absurdo milagro ahora la realidad superaba con creces el más hermoso de los sueños que hubiera podido tener.
Chay suspiró y dejo que su amado durmiera. Si era sincero, había sido una noche agitada. Los recuerdos lo hicieron reír al tiempo que sus ojos se quedaban atrapados primero, en la puesta de sol y luego, en el rostro durmiente de Kim. Volvió a acariciar su cabello y besó sus labios con suavidad antes de poner su barbilla en la coronilla del muchacho dormido y le susurró al viento:
Duerme, yo protejo tu sueño. Este que sueñas hoy y el que los dos construiremos.
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KimChay Moments
FanfictionEscritos cortos llenos de amor y cosas dulces para sanar nuestro corazón después del final desgarrador de Kim y Chay en el canon.