147: 3+1 (Día 5)

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Las 3 veces que Kimhan Theerapanyakul deseó poder tocar a Porchay Kittisawat sin atreverse a hacerlo + 1 vez que pudo lograrlo

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Las 3 veces que Kimhan Theerapanyakul deseó poder tocar a Porchay Kittisawat sin atreverse a hacerlo + 1 vez que pudo lograrlo.

1.

Las manos de Chay están sobre el piano, sus dedos tocan las teclas con reserva, con algo de miedo. Kim sabe que ahora mismo sería un buen momento para poder poner sus dedos sobre los suyos, pero no puede, no se atreve, no quiere que todo sea tan evidente. La verdad es que se muere por tocarlo, muere por saber cómo sería poner sus manos sobre las del otro chico que no parece saberlo, ni siquiera sospecharlo. Chay no tiene la menor idea de la revolución que causa dentro de su corazón ni el enjambre de abejas furiosas que hay en sus entrañas cada vez que está cerca. Kim quisiera poner sus manos sobre las de Chay, sólo un segundo, solo un momento y ver si pasa algo más. Kim no sabe exactamente qué es ese algo más pero no estaría mal descubrirlo. Quizá los dedos de Chay se entrelazarían a los suyos. Quizá los ojos del chico se quedarían sobre los suyos. Quizá una historia empezaría a escribirse para los dos, sí, solo con el roce de sus manos. Quién lo sabe, Kim muere por saberlo, pero no se atreve. No es tiempo. Mañana, seguramente mañana podrá hacerlo.

2.

Chay y él caminan muy cerca el uno del otro bajo el sol de primavera de un parque cercano al que Kim decidió ir porque de pronto se había sentido asfixiado en el ambiente opresivo de su estudio y es que hoy es uno de sus días malos. Hoy es uno de esos días en los que los problemas de su familia son demasiado grandes. Hoy es uno de esos días en los que tuvo que reunirse con su padre para que éste pudiera burlarse sin descanso de los torpes intentos de Kinn por llevar las riendas de los negocios familiares y Kim tuvo que soportarlo todo, incluso las insinuaciones de su padre acerca de él es su verdadero heredero porque él no se deja llevar por sus emociones, porque él jamás se enamoraría como un estúpido de alguien, no como Kinn.

Y en ese momento, mientras los ojos del joven están fijos en Porchay, Kim siente ganas de reírse a carcajadas de su padre porque ha hecho exactamente lo mismo que su hermano mayor: está enamorado como un imbécil cualquiera de ese chico que habla de mil cosas y cuya piel parece brillar bajo el sol. Y Kim quisiera poder pasar uno de sus brazos por su espalda y caminar de ese modo por kilómetros y kilómetros como las demás parejas que deambulan por el parque. Pero si tomar su mano era imposible, abrazar a Chay por la cintura sería casi un pecado. No. No puede hacerlo. Sería demasiado hermoso poder vivir algo así y por el momento, basta con imaginarlo. Además, sentir a Porchay cerca de él es suficiente ahora mismo. Todo se desvanece cuando el perfume y la voz de Porchay inundan todo a su alrededor.

3.

—¿Te gusta alguien? — pregunta Kim y Porchay ríe de forma nerviosa y sus mejillas están tan sonrojadas.

Kim quisiera poder tocarlas, pero sabe que no debe, no es posible. También sabe que está haciendo una pregunta peligrosa pero no puede contenerse más, tiene que saberlo. Hace días que no puede estar en paz con la sola idea de que la persona que está en el corazón de Chay no sea él. Hace días que necesita saber que hay una posibilidad para él, aunque Kim no sabría qué demonios hacer con ella. Hace días que Porchay llena todos y cada uno de sus sueños y Kim quisiera poder gritar a los cuatro vientos que todo en él está lleno de la risa de Chay que en ese momento inunda su estudio y Kim está seguro que esa es la canción más hermosa que ha sonado ahí alguna vez.

—Sí, me gusta alguien— dice Chay y Kim siente una daga en el pecho.

—¿Y cómo es esa persona? — interroga Kim con más curiosidad de la que debería.

—Bueno, pues él es genial, talentoso, terriblemente guapo también— dice Chay y Kim nota con satisfacción que el chico no puede mirarlo a los ojos al decir todo aquello.

—¿Él? — pregunta Kim con una sonrisa coqueta que hace que Chay se sonroje un poco más.

—Sí...

—Él es una persona afortunada— dice Kim, y él sabe que una persona menos cobarde que él se arrodillaría ante Chay para pedirle que se quede a su lado a cambio de poder entregarle el mundo entero, pero él no es así.

Y chay solo sonríe de forma tímida y adorable y tampoco se decide a dar el primer paso, pero de algún modo extraño, Kim se siente más cercano a él, como si todo pudiera pasar con solo desearlo. Y Kim descubre que tiene que ser valiente. Kim descubre que, de hecho, desea ser valiente de verdad por primera vez en su vida.

+1

Las manos de Kim están sobre el cabello de Chay. Los labios de Chay están sobre los suyos. Kim no sabe exactamente cómo fue que empezó todo pero ahora no es un buen momento para preguntarlo.

Kim no está pensando en nada, simplemente está sintiendo demasiadas cosas a la vez. Kim está maravillado porque ese beso fue el resultado de su loca valentía de esa tarde. Porchay estaba tocando la guitarra frente a él y de pronto, Kim ya no pudo soportarlo.

—Me gustas mucho, Porchay— dijo Kim mirándolo a los ojos.

—Y tú a mí, P'Kim— dijo Chay y el tiempo se detuvo.

Y entonces Chay dejó su guitarra sobre el suelo, se acercó a él y tomándolo entre sus brazos lo besó sin miedo y sin demora porque bueno, Porchay es aún más valiente que él, eso es claro. Y desde hace varios benditos minutos que, con un poco más de suerte se convertirán en horas, Chay no se aleja de él y Kim se pierde en ese milagro, en el milagro de poder por fin, por fin poder tocarlo. Y quizá nunca dejará de hacerlo porque ahora que lo tiene entre sus brazos, sabe que no podrá dejarlo ir. 

NDA: Este día me gustó mucho, espero que a ustedes también :3

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora