62: Hojas (Día 29)

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KIM

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KIM

Chay ha visto cosas maravillosas a mi lado: montañas, lagos, mares, ciudades, miles de cosas que jamás podremos olvidar. Ante tales maravillas los ojos de Porchay suelen llenarse de alegría y su sonrisa dulce ilumina cualquier lugar. Sin embargo son las cosas pequeñas las que parecen hacerlo más feliz y cuando su risa se deja escuchar en medio de este parque donde cientos de hojas de otoño caen a su alrededor mientras el ríe y da vueltas debajo de esta lluvia dorada que parece combinar tan bien con él, me siento el hombre más afortunado del universo.

Hace un poco de frío hoy así que él está usando un abrigo blanco un tanto holgado y un gorro y bufanda del mismo color lo cual lo hace parecer un ángel disfrutando del otoño. Sus manos se mueven como un par de alas en el viento y su sonrisa arde con el fulgor del sol de otoño y ahí, en sus labios, arde también mi corazón. Es tan adorable. Creo que él nunca sabrá cuan adorable es en mis ojos.

Es esa idea la que me hace caminar hacia Chay y cuando llego a su lado, él toma mis manos. Mientras sonrío los dos giramos y es como si los árboles a nuestro alrededor estuvieran celebrando nuestro amor con la caída de sus hojas. Esta es la escena final de una historia de amor de película. Esta es la clase de escena que haría que el mundo entero suspire al ver la intensidad de nuestro amor. Pero este no es el final y esta es nuestra vida real aunque cada día se sienta como parte de un sueño.

Sí, los dos hemos visto cosas maravillosas en los últimos meses pero todo aquello que me maravilla sigue estando en los ojos de Chay. Su existencia es mi propio mundo feliz lleno de maravillas. Sus manos entre las mías, son mi refugio hasta el final.

—¿Eres feliz, P'Kim?— me pregunta él sin dejar de reír mientras detiene los giros y se refugia en mis brazos para no caer.

—Todos los días desde que tú estás a mi lado, ángel— le digo y él sonríe sin saber qué más decir.

Quizá le sorprenda que pueda decirle estas cosas en voz alta pero no voy a privarme del placer de decirle la verdad y entonces le digo que lo amo, le digo que él es lo mejor que hay en mi vida y él me mira con sus ojos hermosos llenos de amor y del oro de las hojas que siguen cayendo a nuestro alrededor mientras que el sol del otoño arde ahora en nuestros labios.

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