Kim sabe que es un desastre en la cocina pero jamás pensó que un caos como el que lo rodea ahora se originaría al intentar preparar las famosas galletas de chocolate de su madre que, según Tankhun, eran una receta ultra secreta de familia que ella compartió con Khun antes de morir.
Kim suspira rendido ante la evidencia de que lo suyo no es y jamás será la cocina, al parecer sí hay algo que no es capaz de hacer bien pero bueno, había que intentarlo. Es decir, ha hecho cosas infinitamente más difíciles que intentar mezclar harina, chocolate y mantequilla pero bueno, es obvio que tiene que rendirse ante las evidencias de su falta de talento culinario.
Sin embargo, una sonrisa triste aparece en sus labios cuando piensa en que no podrá sorprender a Chay con un postre, además de que también es algo deprimente saber que la receta de su madre se perderá para siempre porque ni él ni Tankhun podrán enseñar a otra persona a prepararlas. Sí, puede aceptar que se está volviendo sentimental pero de los tres, él fue quien pasó menos tiempo con su madre. Por más que lo intenta no puede recordarla y ese último regalo que ella heredó a Tankhun se desvanecerá también y oh no, ¿por qué quiere llorar?
Kim sonríe y piensa que es mejor idea limpiar todo el desastre que ha provocado. Simplemente tiene que aceptar que cocinar no es lo suyo pero es que había soñado el día entero con ver la sonrisa en los labios de Chay al recibirlo en su hogar con una bandeja de galletas recién preparada. Sí, Chay sonreiría y Kim le contaría la historia de su madre, le hablaría de ella y de cómo solía preparar galletas para tres niños pequeños que la miraban con los ojos llenos de ilusión. Kim no recordaba nada de eso, pero Tankhun había descrito aquella escena con tantos detalles que era como estar ahí. Y es triste no poder hacer su visión realidad. Y Kim de verdad no entiende de dónde viene tanta tristeza.
La puerta de su hogar se abre de pronto y Chay entra a la cocina. En sus labios hay una enorme sonrisa que se borra rápidamente cuando el chico se da cuenta de que Kim no está bien.
—¿Kim? ¿Qué pasó aquí?
—Bueno, trataba de cocinar algo— dice Kim intentando alegrarse porque odia preocupar a Chay.
—¿Qué querías cocinar?— pregunta Chay con un dejo de sorpresa—. Es mi turno de preparar la cena hoy.
—Lo sé pero quería preparar algo especial para ti. Es algo sin importancia pero ¿sabes? Tankhun habló de mi madre ayer, me dijo que ella solía preparar galletas deliciosas para los tres y me dio la receta y... olvídalo, ángel, estoy siendo un tonto.
Pero hay demasiada tristeza en la voz de Kim como para que Chay piense que su amado está siendo un tonto. Chay lo toma de la mano y se apresura a limpiar algunas manchas de chocolate que hay en sus mejillas y eso hace sonreír a Kim pero la sonrisa no llega sus ojos y Chay de verdad está preocupado ahora. Él sabe que Kim no se mostraría así de vulnerable ante nadie, mucho menos por un motivo que, las personas que no conocen de verdad al implacable Kimhan Theerapanyakul, considerarían un sin sentido.
—¿Tienes la receta entonces?— pregunta Chay con una sonrisa en los labios.
—Sí, Tankhun la escribió para mí— dice Kim.
—Entonces vamos a intentarlo de nuevo ¿sí? Mientras tú limpias, yo iré a cambiarme y prepararemos las galletas especiales de tu madre.
Kim no sabe qué decir así que solo asiente y besa a Porchay con suavidad antes de dejarlo ir. Kim sonríe mientras limpia y piensa que, aunque todo el mundo crea que él es el único que protege a Porchay, lo cierto es que nadie sabe de cómo Porchay lo protege a él. Ese chico, ese ángel dulce que eligió amarlo a él protege su corazón mejor que nadie, incluso lo protege de sí mismo.
Y cuando Porchay llega a la cocina y lee la receta de Khun en voz alta, Kim se siente bendecido. Kim sigue al pie de la letra las instrucciones de su amado y poco a poco, todo empieza a funcionar como debe. Los dos cocinan en medio de risas y besos juguetones. Los dos están haciéndose felices el uno al otro como es su costumbre y cuando el aroma a galletas de chocolate recién horneadas inunda la casa de los dos, Kim quiere llorar de amor.
—Creo que lo hicimos bien— dice Chay cuando saca las galletas del horno con una sonrisa feliz en los labios.
—Mamá estaría orgullosa de ti— dice Kim haciendo que Chay se sonroje de modo adorable.
—Y de ti también, somos un buen equipo— dice Chay y Kim lo abraza con fuerza porque justo en ese momento lo ama demasiado.
Sí, demonios, puede amar a Porchay con más fuerza cada día y ahora mismo lo ama aún más porque a través de él, la receta familiar secreta seguirá viva y cuando Porchay dice que quizá algún día los dos le enseñarán a sus propios hijos a cocinar galletas, Kim quiere derretirse de amor y esa idea de pronto parece hermosa y sí, sí a todo, Kim quiere decir. Si es al lado de Porchay, quizá tampoco sea un desastre al formar una familia...
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KimChay Moments
FanficEscritos cortos llenos de amor y cosas dulces para sanar nuestro corazón después del final desgarrador de Kim y Chay en el canon.