182: Izquierda. La otra izquierda. (Día 2)

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—Solo sigue mi voz, ángel— dijo Kim al oído de Chay.

Kim sintió el suave temblor que recorrió el cuerpo de su amado. Los dos estaban solos en la enorme mansión de la familia Theerapanyakul. En algún momento, el aburrimiento los había llevado a jugar al escondite dentro de la casa. Kim había vendado los ojos de Chay antes de correr a esconderse o al menos lo intentaría.

La verdad es que no quería retrasar el instante en el que Chay llegaría a él para sostenerlo en sus brazos. Esa era la mejor parte del juego. Esa era la razón por la que Kim seguía jugando en realidad.

Después de dar unos cuantos pasos, el joven decidió esperar a Chay en medio del pasillo. No quería que su novio se lastimara o pudiera tropezar y ¿a quién engañaba? Ese susurro hecho al oído de Chay y ese temblor delicioso en el cuerpo del otro chico le habían dado mejores ideas a Kim acerca de cómo pasar el tiempo a solas en la casa de su familia.

—¿Dónde estás, Kim? — preguntó Chay con voz divertida y Kim se lo imaginó saliendo de la sala de reuniones donde se había escondido Chay anteriormente.

—Cuando salgas de la habitación, gira a la izquierda— dijo Kim con una voz que en la soledad de la casa sonó ansiosa y algo seductora—. Solo tienes que caminar en línea recta después.

—¿Estás seguro? — preguntó Chay, y Kim se preocupó un poco porque la voz del chico empezaba a sonar lejana.

—Totalmente, ángel— dijo Kim mientras comenzaba a caminar hacia su amado.

No se encontraba lejos de Chay, pero no quería ponerlo en peligro y cuando lo miró caminando en la dirección contraria a la que lo había dirigido, Kim no pudo evitar sonreír porque Chay era demasiado adorable. Así que, sin pensarlo demasiado, Kim corrió hacía él y lo rodeó con sus brazos apenas llegó a su lado.

—¿A dónde vas? — susurró Kim, mientras sus dedos desataban el nudo de la venda de Chay.

—Dijiste que diera vuelta hacia la izquierda...

—Era la otra izquierda, ángel— dijo Kim y Chay se dio vuelta entre sus brazos para mirarlo a los ojos con una mirada llena de sorpresa y vergüenza que solo aumentaban su aura adorable.

—Oh, bueno, ahora entiendes por qué Porsche jamás me dejará usar una de sus motocicletas— dijo Chay riendo divertido.

—Puedo imaginármelo— dijo Kim acariciando sus mejillas—. Por cierto...

—¿Qué sucede, Kim?

—Te encontré— dijo el chico y sin poder contenerse más, besó los labios de su novio con suavidad.

Y cuando los labios de Chay respondieron con entusiasmo a su beso, Kim supo que ese te encontré, quería decir más, mucho más que solo haber encontrado a Chay porque ese era el objetivo del juego. 

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora