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—Es este— dice Kim mientras le enseña la joya que ha elegido a sus hermanos mayores.
Kinn y Khun comparten una mirada emocionada al ver el sobrio diamante que brilla de forma orgullosa sobre el aro de platino que Kim eligió. Aunque parezca un anillo simple, también es sumamente romántico y para ninguno de los tres es difícil imaginar esa joya en el dedo de Porchay.
—Hiciste la mejor elección— dice Khun asintiendo sin apartar sus ojos de la joya.
—Chay lo amará, estoy seguro— dice Kinn quien sorpresivamente ha estado ayudándolo a planear su propuesta como había prometido hacer.
—Creo que estoy sintiéndome algo nervioso— dice Kim con una sonrisa tímida—. Ahora es real.
—Lo tuyo con Chay siempre ha sido real— dice Khun de forma sabia—. Lo único que cambiará es que los dos darán el siguiente gran paso.
—Pero lo darán juntos así que no debes preocuparte— dice Kinn—. Ya tengo todo listo para tu propuesta, lo único que debes hacer es poner este anillo en el dedo de Chay.
—Muero por hacerlo— dice Kim de forma sincera—. Ya quiero que sea mañana para pedirle a mi ángel que se quede por siempre conmigo.
—¡Oh, Kim, pasar tanto tiempo con Kinn te ha vuelto un cursi de primera categoría! — dice Khun con aire cansado.
—Oye, eso no es mi culpa. Chay lo hizo cursi desde la primera vez que lo vio— dice Kinn de forma segura.
Y luego los tres hermanos rompen a reír porque los tres están felices. Khun está feliz porque Kim ha encontrado a esa persona que lo liberó de su propia oscuridad. Kinn está feliz porque le encantan las bodas y porque se alegra de que Kim haya encontrado a su amor inmortal. Pero en esa joyería y quizá en el mundo entero, no hay un hombre tan feliz como Kimhan Theerapanyakul porque en unas horas le pedirá matrimonio a Porchay Kittisawat y él sabe con su mente y con su corazón que eso lo convierte en el hombre más afortunado del universo entero.
