39: Luces de colores, faroles y velas (Día 6)

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Las sombras de sus manos se reflejan en la pared de la habitación de Chay la cual está llena de luces de colores y faroles iluminados por pequeñas velas

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Las sombras de sus manos se reflejan en la pared de la habitación de Chay la cual está llena de luces de colores y faroles iluminados por pequeñas velas. Chay ríe porque es como si los dos estuvieran en medio de un país encantado hecho de luz. Los dos están recostados sobre una suave manta y en sus ojos se reflejan las cientos de pequeñas luces que llenan la habitación como si ésta fuera un festival o un bosque lleno de hadas. Es como un sueño, un sueño hermoso del que Chay no querrá despertarse.

Pero nada resplandece en aquella soledad compartida más que los ojos de Kim. Esos ojos que no quieren otra cosa más que verlo feliz y ahora lo está. Esos ojos que lo miraron llorar en silencio debido a las pesadillas que suelen atacarlo de vez en cuando— no ha podido deshacerse de ellas a pesar de que ha pasado casi un año desde que los enemigos de la familia Theerapanyakul lo secuestraron— solo quieren protegerlo.

Y en ese momento donde los dos parecen estar en medio de una galaxia brillante que solo pueden cruzar de la mano, Chay se siente protegido. En esa habitación solo hay lugar para sus sonrisas, sus miradas enamoradas y aquel pequeño universo de luz traído a los dos por Kim quien no descansó hasta instalar todo en su lugar durante la tarde entera.

Chay piensa que Kim es un mundo sin oscuridad para él y eso es hermoso. Porque él sabe que antes de él, Kim solía estar rodeado de soledad y tinieblas pero no ahora. Kim es toda la luz del universo para él. Cuando los dos están juntos, Kim conjura nuevas estrellas, constelaciones y galaxias enteras que surgen a su alrededor como si estuvieran naciendo a través del amor que los ha unido a los dos.

—Ahora ya no tendrás miedo de la oscuridad— dice Kim suavemente y Chay asiente de forma alegre.

—P'Kim, ahora mismo no sé qué es la oscuridad.

—Me alegra, Porchay. Los ángeles como tú no tienen por qué saber nada de oscuridad.

Chay sonríe y se abraza al cuerpo cálido y fuerte de Kim pensando que Kim lo ilumina todo dentro y fuera de él. Chay se siente iluminado y poco tiene que ver con el resplandor de todas las luces de colores, los faroles y las velas porque como siempre, todo tiene que ver con la sola existencia de Kimhan Theerapanyakul quien empieza a cantar para él mientras acaricia su espalda.

¿Qué es la oscuridad? Porchay no lo sabe, es imposible que algo así exista para él.

¿Tendrá pesadillas esa noche? Claro que no.

Kim está ahí, Kim no se irá. Kim solía protegerlo desde las sombras pero ahora no tiene miedo de abrazarlo y prometerle que nada ni nadie le hará daño mientras él esté a su lado. Y Chay puede creerlo ahora, creerlo de verdad. Ya no hay oscuridad, ya no hay temor. En esa habitación solo hay lugar para un amor luminoso como el que comparten los dos. 

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora