193: Fantasía UA (día 13)

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Los dos estaban recostados bajo la sombra de un árbol en medio de aquel claro lleno de flores coloridas. Porchay aspiraba el perfume de aquel jardín natural mientras observaba a Kim quien descansaba con los ojos cerrados, seguramente disfrutando del frescor de la tarde.

Chay se dio permiso de mirarlo, su rostro era hermoso y su largo cabello negro caía de forma natural sobre su frente. Sí, él sabía que la belleza de un dragón, porque eso era lo que Kim era, siempre sería sobrenatural para los ojos humanos, pero él estaba seguro de que Kim hubiera sido bello en cualquier presentación.

Las mejillas del chico se sonrojaron por completo. No estaba bien que tuviera aquellos pensamientos acerca de su compañero eterno, de ese ser que lo había elegido a él como uno de los jinetes de la Guardia del Aire, esos humanos que estaban encargados de salvaguardar la seguridad y el bienestar de los habitantes de aquel reino. No estaba bien que un jinete de dragón se enamorara de su compañero, todos sus maestros decían que el amor era una emoción demasiado caprichosa, al menos ese amor que los humanos solían sentir. Las relaciones románticas entre dragón y jinete no estaban del todo prohibidas pero no eran bien vistas y además, Kim había esperado al menos cien años para encontrarse con él.

Porque un dragón salía del huevo únicamente cuando su compañero anhelado ponía su mano sobre él. Un dragón podía esperar siglos y siglos y Chay sabía que algo antiguo y poderoso los unía a él y a Kim, quien era uno de los pocos dragones de color plata que quedaban en el reino.

Chay sabía que debía sentirse afortunado porque el lazo que lo unía a Kim era más profundo que un enamoramiento humano porque ambos compartían todo, o bueno, casi todo porque de unos meses para acá, Chay había tenido que poner ciertas barreras en su mente. Esa decisión había contrariado a Kim pero el dragón lo había dejado en paz cuando Chay le había explicado que necesitaba entender una parte de si mismo que hasta ahora había permanecido dormida.

—Lo que necesites entonces, pequeño— había dicho Kim quien siempre lo llamaba así con un cariño reverencial que hacía que el corazón de Chay bullera con miles de preguntas.

¿De verdad estaba tan mal sentir que estaba enamorado de ese ser que compartiría su vida entera con él?

¿Por qué estaba mal amar a ese ser que lo conocía mejor que nadie en el universo?

Chay suspiró y en seguida se dio cuenta de que había sido un suspiro ruidoso pues los ojos de Kim se abrieron de par en par. Bajo los rayos del sol, los ojos de su dragón eran aún más brillantes y profundos y sumamente cálidos, tanto, que el corazón de Chay se sintió arropado por ellos en un segundo.

—¿Sigues peleando contigo mismo?— preguntó Kim con calma—. Si me dijeras qué es lo que piensas, podríamos encontrar una solución los dos, ya sabes, somos equipo.

—Lo sé, pero no quiero molestarte con eso— dijo Chay intentando no apartar la mirada de los ojos sabios de Kim—. No es nada grave pero, ya sabes, cosas de humanos.

—Los humanos son un misterio— dijo Kim con aire ausente—. Pero de todos ellos, pequeño, tú eres mi favorito, lo serás siempre.

Chay sonrió sintiendo satisfacción en su pecho sin poder evitarlo. Kim solía decirle esas cosas sin pensarlo demasiado, los dragones siempre eran directos y no se andaban con rodeos. Y Chay pensó que Kim era su dragón favorito, que siempre lo sería. Y Chay decidió que quizá eso era lo importante y que dejaría de preocuparse por esas emociones confusas y dejaría que todo fluyera de forma normal entre los dos.

—Vamos a volar— dijo Chay de pronto—. Amo volar, Kim.

—Yo amo volar contigo, pequeño— dijo el dragón con una sonrisa brillante—. Volemos entonces.

Kim se levantó de la hierba y en un estallido de luz cegadora tomó su verdadera forma: una criatura majestuosa cuya piel estaba hecha de enormes escamas de color plata cuyo brillo era mayor al de todas las estrellas del firmamento. Kim extendió sus alas y Chay se sintió conmovido hasta la raíz al verlo preparado para surcar el cielo junto a él y en ese momento, Chay pensó que la eternidad que esperaba por los dos era apenas suficiente para vivir al lado de Kim. 

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora