166: 🫠 (día 24)

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Kim siente que un calor terrible lo envuelve de pies a cabeza, después de todo están en la costa y es un día soleado que hace que el azul del mar brille como nunca antes pero no es esa la razón por la que se siente a punto de derretirse, no, claro que no.

La razón por la que siente que se convertirá en gelatina de un momento a otro es el muchacho que usa un bañador oscuro y cuyo cuerpo está emergiendo del mar con una cadencia sensual que, Kim sabe, no es algo que Porchay haga de forma consciente lo cual hace del asunto algo mil veces más encantador.

Porchay agita su cabello sacudiendo el agua y Kim siente que sus entrañas entran en combustión. Porchay camina de forma grácil sobre la arena, hay gotas de lluvia resbalando por su vientre y Kim quisiera tomar el lugar del agua sobre su piel.

Y Kim se derrite y se vuelve lava ardiendo. Y Kim sabe que varios pares de ojos miran a su amado y la parte más posesiva de su corazón le dice que debería ocultarlo de los ojos del mundo entero. Pero Porchay es hermoso y Kim no es tan egoísta. Después de todo, las demás personas solo pueden soñar con acercarse a ese dios de piel bronceada y cabello negro que no les presta la más mínima atención.

Y eso es así porque los ojos de su dios angelical están ahora sobre él. Porchay lo mira y le sonríe con toda la luz del universo en los labios. Y Kim se derrite, maldita sea. Kim no puede esperar a encerrarse en una habitación con ese dios para convertirse en fuego entre sus brazos o lo que sea que Porchay le pida ser.

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora