El rostro de Chay está lleno de rubor y hay pequeñas gotas de sudor perlando su frente. Sus mejillas están totalmente rojas seguramente debido al esfuerzo que representa estar cavando debajo de ese enorme árbol que está en medio del jardín de la casa de sus padres.
—Debe estar aquí— dice el joven mientras Kim lo observa con un dejo de curiosidad.
—¿Qué estamos buscando exactamente? — pregunta Kim quien está sentado sobre la hierba debido a que Chay no le permitió ayudarle bajo ninguna circunstancia.
—Mi cápsula del tiempo, mamá me ayudó a ocultarla aquí— dice Chay con emoción—. No lo recordaba, pero ayer miré una fotografía en el álbum y de pronto las memorias vinieron a mí.
—Qué lindo— dice Kim con aire conmovido porque no le resulta para nada difícil imaginar al pequeño Chay cavando un hoyo en el jardín para esconder ahí una capsula del tiempo con su madre.
—¡Oh por dios, aquí está! — exclama Chay con una emoción que es contagiosa y de la cual Kim no puede escapar.
Los dos chicos se quedan quietos unos segundos como si ese fuera un momento solemne que debe vivirse despacio para poder guardarlo en la memoria de los dos.
Chay sonríe y sus dedos tiemblan al abrir su capsula del tiempo que es una pequeña caja de latón decorada con pequeñas estrellas fugaces y planetas de colores. El objeto luce algo desgastado, pero Kim sospecha que las cosas que guarda en su interior, han sobrevivido el paso del tiempo.
Chay abre su capsula de forma lenta y él y Kim se asoman al interior. Ambos sonríen de forma dulce cuando descubren los tesoros ahí escondidos que el pequeño Chay pensó valdría la pena guardar por tantos años: varias corcholatas de colores brillantes, dibujos de mariposas y dinosaurios y entre todo eso, un relicario de acero inoxidable en la forma de un corazón que hace que los ojos de Chay se llenen de algo parecido a una añoranza dulce y algo triste también.
—Ahora recuerdo— dice Chay—. Mamá me dijo que guardaríamos esta joya, en aquel entonces pensé que era una joya cara, una joya digna de un príncipe.
—Parece la joya de un príncipe— dice Kim sonriendo con ternura— ¿Por qué guardaron esta joya tu madre y tú?
—Mamá dijo que un día podría regalársela a alguien especial— dice Chay con nostalgia—. Mamá dijo que dentro del corazón podríamos guardar una de nuestras fotos y que esa persona maravillosa tendría cerca de él este corazón para toda la vida.
—¿Crees que yo pueda ser esa persona? — pregunta Kim con algo de timidez y Chay no puede creer que su novio, que ese hombre al que ama tanto, todavía dude que él es el dueño de ese corazón y del que late en el pecho de Chay también.
—Has sido esa persona desde siempre, P'Kim— dice Chay mirándolo a los ojos—. Así que esto te pertenece, aunque bueno, ya sé que no es una joya como las que tu familia suele usar así que...
—Es la joya más valiosa del mundo para mí— dice Kim con tanta seguridad que uno pensaría que el joven Kimhan Theerapanyakul no está acostumbrado a estar rodeado de lujos y privilegios— ¿Qué foto de los dos quieres poner aquí? ¡Tienes que ayudarme a elegir tu favorita!
Y hay tanta emoción en las palabras de Kim que Chay no puede hacer más que besarlo de lleno en los labios porque hay algo mágico en el hecho de que, cada pequeña cosa que él le entrega a Kim, resulta ser un regalo de un valor incalculable para ese chico que está tratando su joya barata como si fuera el más brillante y caro de todos los diamantes.
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KimChay Moments
FanfictionEscritos cortos llenos de amor y cosas dulces para sanar nuestro corazón después del final desgarrador de Kim y Chay en el canon.