52: Chocolate caliente (día 19)

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A Chay le gusta beber chocolate caliente incluso cuando hace demasiado calor afuera

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A Chay le gusta beber chocolate caliente incluso cuando hace demasiado calor afuera. Nadie puede culparlo, es su bebida de confort ya que Porsche solía preparar chocolate caliente para los dos cuando las cosas iban demasiado mal.

Y en ese mismo instante, Chay se siente bastante triste. Han pasado dos semanas desde la última vez que Kim respondió uno de sus mensajes y aunque se dijo que no le dolería que Kim haya desaparecido de un día para otro, del mismo modo en el que había llegado a su vida, la verdad es que es un tonto y no puede dominar a su propio corazón.

Sí, Chay está triste y mira por la ventana de forma ausente. Tiene ganas de enviarle un mensaje a Porsche— aunque sabe que su hermano no va a contestarle— y pedirle un consejo porque jamás se había sentido así por nadie. Kim es la primera persona que ha agitado su corazón de forma real. Kim le hace anhelar cosas que jamás había querido y eso lo asusta un poco. Su deslumbramiento por Kim ahora es mucho más que eso. En su corazón ya no solo existe esa emoción dulce de todos los primeros encuentros sino que ahora, también lo habita una ansiedad dolorosa que lo hace suspirar de forma dramática aunque quiera evitarlo.

Y no lo ha visto en dos semanas. Chay no sabe si volverá a verlo y quiere verlo con tantas fuerzas que duele. Quiere que Kim le sonría de ese modo misterioso que le roba el aliento. Quiere que Kim vuelva a tocar sus manos o su cabello de ese modo distraído que hace que todo el cuerpo de Chay tiemble con miles de deseos que no entiende. Chay de verdad podría darle su alma a cualquier deidad del universo solo por ver a Kim, solo un minuto más. Solo verlo y quién sabe, quizá reunir el coraje necesario para hablarle de todo eso que su corazón siente. Quizá Kim sepa qué es lo que le pasa. Quizá Kim tenga todas las respuestas a las miles de preguntas que escapan de sus labios en forma de suspiros que tienen un solo destino.

Chay bebe un sorbo de su chocolate caliente y siente ganas de llorar cuando se da cuenta de que no sabe igual al que Porsche solía preparar. Chay sabe que es una tontería pero es así, jamás ha podido imitar el sabor del chocolate de su hermano. Y quizá sea que extraña a Porsche o a que de pronto se da cuenta de que está enamorado como un imbécil de alguien que no ha pensado en él durante las dos últimas semanas pero Chay empieza a llorar y no le importa estar siendo dramático porque nadie va a mirarlo, está bien si llora así. Tiene que hacerlo. Tiene que sacar todo ese vacío que siente de su interior.

Los sollozos sacuden su cuerpo con fuerza en el justo instante en el que la puerta de su casa se abre y Chay siente un relámpago de emoción al pensar que es Porsche y que su hermano preparará chocolate caliente para él y que eso arreglará todo lo demás pero cuando se levanta del suelo y dirige sus ojos a la persona que acaba de llegar, Chay se da cuenta de que no es su hermano mayor.

—Porchay, ¿qué sucede?— dice Kim de forma preocupada y hay tanta angustia en el rostro del otro chico que Chay solo atina a llorar de nuevo porque sí, debe estar alucinando.

Pero cuando los brazos de Kim lo envuelven de forma suave en ellos y el perfume fresco y masculino que Kim usa invade su nariz, Chay se da cuenta de que no está alucinando y que Kim está ahí de verdad y no es raro que haya entrado a su casa sin problemas porque él mismo le entregó una copia de la llave para que Kim no tuviera que esperar en el exterior si es que Chay llegaba tarde de la escuela para tener una de sus tutorías de guitarra.

—¿Qué sucede, ángel? ¿Por qué lloras?— pregunta Kim con voz dulce y Chay se sorprende un poco porque Kim lo ha llamado ángel y Chay no sabe por qué lo ha hecho.

Y chay quiere decirle: estoy llorando porque extraño a mi hermano mayor, odio no tenerlo cerca, odio no verlo todos los días, odio que él no esté aquí para decirme qué hacer. Extraño a Porsche y quisiera saber qué es lo que está haciendo en realidad.

Y también quiere agregar: y luego estás tú, tú y mil veces tú. Porque desapareces dos semanas pero ahora estoy en tus brazos y todo se siente tan bien y te odio y me odio porque sé que si me prometes que volverás a abrazarme así, entonces no me importará esperarte mil años y ¿por qué soy tan patético?

—Intenté hacer chocolate caliente pero no sabe al que prepara mi hermano— dice Chay al fin y no le importa sonar como un completo tonto.

—Haré más para ti, ¿está bien? Alguien me enseñó a prepararlo pero no llores, por favor, no llores. Estuve pensando en ti todos estos días pero no podía venir a verte o al menos llamarte porque mi familia es un desastre justo ahora pero bueno, ya estoy aquí...

Kim limpia sus lágrimas con cuidado y Porchay siente que un peso enorme escapa de su corazón. Kim ha pensado en él entonces. Kim está ahí.

Y como si fuera un sueño, Kim se apresura a llevarlo a la cocina para prepararle más chocolate caliente. Y Kim trabaja de forma eficiente, el chico parece estar totalmente concentrado en su tarea y Chay sonríe un poco cuando Kim le dice que esa bebida es lo único que él puede preparar en la cocina sin temor a incendiar todo. Y cuando Kim le ofrece una taza decorada con algunos bombones, Chay descubre que se siente un poco mejor.

—Anda, bebe— dice Kim de forma amable.

Y Porchay lo obedece y oh, es delicioso. Esa taza de chocolate caliente es muy diferente a las que prepara Porsche pero es delicioso y reconfortante.

—¿Te sientes mejor?

—Mucho mejor, P'Kim, gracias.

—Me alegra, Porchay— dice él y le sonríe de forma deslumbrante.

—Te extrañé— confiesa Chay sin poder evitarlo y Kim toca sus mejillas con suavidad.

—Yo también te extrañé muchísimo, Porchay.

Chay se olvida del chocolate de forma completa y abraza a Kim sin pensar en nada más, ya habrá tiempo de arrepentirse más tarde pero no ahora y cuando los brazos de Kim lo envuelven, descubre que sí, ahora mismo se siente mil veces mejor y poco tiene que ver con el chocolate caliente. 

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora