58: Primer Baile (Día 25)

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—Siempre supe que Porchay terminaría casado con Kimhan Theerapanyakul aunque la primera vez que lo vi, no sabía que ese era su nombre real— dijo Porsche sonriendo con calidez a su hermano menor quien le devolvía la sonrisa en la distancia—

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—Siempre supe que Porchay terminaría casado con Kimhan Theerapanyakul aunque la primera vez que lo vi, no sabía que ese era su nombre real— dijo Porsche sonriendo con calidez a su hermano menor quien le devolvía la sonrisa en la distancia—. Creo que lo sabía porque Porchay jamás habló de alguien más, creo que esta unión era evidente porque cuando Porchay miraba los posters de WIK en la pared era también como si Porchay pudiera ver el futuro, ese futuro que llegó después de todo y que ha sido el responsable de que hoy estemos aquí reunidos celebrando este amor. Porchay siempre ha sido un ejemplo para mí porque él es mil veces más inteligente que su viejo hermano mayor pero eso no importa, lo que de verdad importa es que mi hermano encontró la felicidad que siempre deseó, lo que importa es que hoy puedo acompañarlo y sentirme feliz por él y por Kim y por el futuro que los espera a los dos.

"Creo que muchas personas tienen razón al decir que el amor no sabe de tiempo, ni de espacio, simplemente surge cuando tiene que surgir y lo demás es un misterio que muchas veces no podemos descifrar. Así que espero que ustedes dos, Kimhan y Porchay puedan vivir su propio misterio tomados de la mano, no se esfuercen en comprenderlo, simplemente vívanlo. Gracias por enseñarnos que soñar en grande es posible. Hoy quiero brindar por ustedes, les deseo toda la felicidad que este mundo pueda darles y como las palabras nunca serán suficientes, señoras y señores, es hora de ver bailar a los señores Theerapanyakul-Kittisawat así que, Porchay, este es mi regalo de bodas para ti, disfrútalo ¿quieres? Kinn y yo escribimos una canción de amor para tu Kim y tú, no nos juzguen si no es tan buena como las que ustedes hacen."

Porsche sonrió mientras las copas de los invitados volvían a levantarse y el hombre se alejó de la mesa desde la cual había realizado el brindis y se acercó al piano donde un músico profesional estaba ya listo para iniciar a tocar esa canción que sería el primer baile para Chay y Kim.

Porchay y Kim se levantaron entonces alentados por las muestras de apoyo de sus familiares y amigos quienes estaban esperando con ansias el primer baile de los nuevos esposos.

La música inundó el jardín de la mansión Theerapanyakul donde la fiesta se llevaba a cabo bajo la luz de los faroles y el lejano resplandor de miles de estrellas que parecían sumarse a la celebración de aquel día que para Porchay y Kim siempre sería la memoria de uno de esos momentos que el corazón del otro recordaría la vida entera. Porque los dos eran un momento inolvidable, porque Kim tomó a Porchay entre sus brazos y mientras las notas cálidas y tranquilas de la canción que Porsche había preparado para ellos sonaba con calma alegrando a todos los ahí presentes, ellos dos comenzaron a bailar.

Y Porchay y Kim giraban sobre la hierba, el mundo entero a su alrededor se desvaneció y todo lo que ellos eran capaces de ver terminaba y empezaba en los ojos del otro, en los brazos del otro, en el girar de sus cuerpos que no estaban dando una cátedra de baile porque ellos solo tenían ganas de girar, de girar y desaparecer un momento de la vista de los demás, de girar y ser uno solo con la primavera, uno solo con el universo que los había hecho coincidir.

La música sonaba acompañándolos en aquellos giros mientras la voz suave del pianista resonaba en sus oídos cantando para ellos palabras sencillas y cálidas que hacían eco desde su corazón hasta la punta de sus dedos.

En medio de aquella pista de baile, Kim y Chay eran dos seres distintos, dos estrellas destinadas a colisionar en el mismo universo para encontrar en el otro lo que habían estado buscando, pero también en un nivel mucho más profundo, eran una sola vida, una sola alma, un solo amor.

Y Porchay dejó que los brazos de Kim volvieran a recordarle que seguirían siendo dos estrellas hasta el final de su tiempo juntos, y Kim dejó que aquellos ojos brillantes llenos de dicha le recordaran todo aquello que valía la pena conservar. Y los dos siguieron girando sin decir nada más porque más temprano aquella tarde ya habían puesto su amor en palabras. Aquel momento en el que giraban era todo lo que tenían y aquel baile dibujaba infinitos sobre la hierba y Porchay sonrió al pensar en el futuro que le esperaba al lado de Kim.

Sí, sin duda había logrado hacer uno de sus sueños más locos realidad al casarse con su ídolo musical y seguramente él y Kim continuarían cumpliendo mil sueños más, Kim estaba ahí para ayudarle a hacer real todo sueño que le faltara por vivir.

—¿Por qué sonríes así?— preguntó Kim sintiendo una terrible urgencia de abandonar la recepción para poder mirar aquella sonrisa en los labios de Porchay hasta el cansancio y besarla después con abandono y con pasión.

—Es solo que quiero quedarme a vivir en este momento— dijo Porchay riendo de sus palabras—. Solo quiero sentir que podré amarte del modo en el que lo hago ahora todos los días que nos queden por vivir.

—¿Crees que no tendremos más momentos así, ángel?— preguntó Kim entendiendo perfectamente eso que Porchay sentía, esa extraña sensación de felicidad que de pronto se torna nostálgica al pensar en que un momento así se terminará y que no volverás a sentir algo igual a eso.

—Sé que tendremos muchos más momentos de felicidad, Kim— respondió Chay con un suspiro suave—. Pero quisiera poder recordarte así toda mi vida.

—¿Cómo?— preguntó Kim posando su frente sobre la de Porchay quien sonrió al sentir a su esposo así de cerca.

—Quiero recordarte así, bailando conmigo después de nuestra boda— dijo Porchay cerrando los ojos para grabar en su memoria aquella imagen que quería llevar consigo para siempre—. Quiero recordarte entre mis brazos, rodeados de flores, los dos vestidos como príncipes en medio de las sonrisas de todas las personas que nos aman. Quiero recordar la sensación de este amor recorriendo nuestros cuerpos. Supongo que simplemente quiero recordarte así, sintiendo que eres el hombre más feliz del mundo entre mis brazos.

Kim sonrió y besó los labios de su esposo con suavidad sabiendo que lo dicho por Porchay no podía ser respondido con más palabras. Y aunque la música había terminado segundos atrás y sus amigos estaban urgiéndolos a unirse una vez más a la fiesta, Kim decidió que en la primer oportunidad escaparía con Porchay y que quizá lo haría después de que los dos partieran el enorme pastel de bodas que un chef de fama internacional había diseñado y que esperaba por ellos o quizá después de que Porchay lanzara su ramo de girasoles y rosas blancas directamente a las manos Tankhun o quizá, en ese justo instante porque su noche de bodas prometía que él y Porchay tendrían sin duda muchos otros recuerdos gratos por construir hasta que la madrugada los sorprendiera una vez más rendidos y desnudos en cuerpo y alma en los brazos del que era ahora su compañero de vida hasta que ésta llegara a su final. 

KimChay MomentsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora