Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)

Capítulo XV

La dedicatoria va a 

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@Esperanci_003  

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Riko entró a los aposentos de su amo una vez se hubo asegurado de que Lord Kagami ya no estuviera presente, abrió las ventanas para dejar pasar la luz del sol y miró al doncel que dormía abrazado a una almohada.

Se acercó, odiándose por tener que despertarle tan temprano, pero tenía que prepararlo ya que dentro de poco emprenderían el camino a la casa del amigo de Lord Kagami. Así que, soltando un suspiro de resignación, le removió un poco en la espalda.

—Milord, Milord despertad— llamó sin obtener respuesta—. Kuroko por favor su esposo le está esperando en el comedor principal.

El doncel empezó a moverse poco a poco, removiéndose entre las mantas y abriendo los ojos con lentitud para poder acostumbrarse a la luz.

Cuando estuvo del todo despierto lo primero que hizo fue mirar a su lado en busca de su esposo, pero al no verle se dirigió a la persona que le estaba tocando.

—Rápido— dijo ella apartándose un poco para darle espacio donde poder bajar—. Tenemos que prepararle para el viaje.

Kuroko al principio no entendió lo que estaba diciendo, ya que no paraba de pensar en que le hubiera gustado que su esposo estuviera a su lado cuando despertara o que fuera él quien le despertara, pero cuando comprendió sus palabras, se levantó lo más rápido que pudo de la cama ignorando el ligero escozor que sintió en su entrada y caminó hasta ella.

—¿Es tarde ya? — preguntó acercándose a la mesa para beber un poco de la taza de manzanilla que Riko dejaba todas las mañanas para calmar su cuerpo.

—No le queda mucho tiempo para prepararse, ya amaneció por completo.

Al escucharlo devolvió el recipiente a su lugar y la miró sorprendido.

—Démonos prisa— apresuró mientras caminaba a la sala de baño y se metía en la terma, sintiendo la calidez del agua rodearle por completo—. ¿Se ha preparado mi esposo?

Riko le siguió en todo momento, asegurándose de que las cosas necesarias para el baño estuvieran alrededor de él, luego se agachó, cogiendo entre sus manos una palangana de porcelana y llenándola de agua para luego dejarla caer encima del otro.

—Sí, hace mucho que se levantó y bajó a preparar el carruaje y los caballos.

—¿Y nuestro invitado, el señor Himuro?

—También está listo, se encuentra con su esposo abajo tomando el desayuno.

Kuroko cogió la pastilla de jabón en sus manos y comenzó a pasarlo por su cuerpo, asegurándose de llegar a todas las zonas de su piel.

—Por qué no me habéis despertado antes— preguntó molesto.

—Su esposo volvió a dar la orden de dejaros descansar.

—Siempre lo hace— dijo suspirando—. Aun cuando le pido que no lo haga.

—Seguramente lo hace por vuestro bien, imaginaos que ya os encontráis en estado, necesitaríais más descanso que las demás personas.