Capítulo LXXVIII

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La dedicatoria va a 

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Kise dejó la bandeja a un lado, suspirando al ver que de nuevo Kuroko no había probado bocado alguno.

Se levantó de la silla y se acercó a él, sentándose a su lado en la cama para acariciar su mejilla y observar su semblante.

Desde que volvieran el día anterior todo había sido un desastre, el modo en que los mozos de cuadra sacaron el cuerpo inconsciente de Kuroko del vehículo dejó a todo el mundo helado, y peor fue la situación cuando vieron la enorme mancha de sangre que había en sus ropas.

Lo llevaron de inmediato a sus aposentos, dejando que el médico Rokuro se ocupara de él y a pesar de que todos se preguntaban qué había sucedido nadie hizo la pregunta, demasiado preocupados por él.

Las largas horas de espera mientras los médicos se encargaban de curarlo fueron tortuosas, a pesar de ser dos, habiendo llamado a uno de la ciudad para que pudieran curarle mejor, los médicos tardaron mucho tiempo, y todo empeoró cuando se escuchó, desde fuera, el llanto desgarrador de Kuroko llamando a su hijo, entonces fue evidente lo que había pasado.

No habían conseguido que se tranquilizara hasta que le hicieron tomar un brebaje, poco después se sumergió en un largo sueño del que no despertó hasta esa mañana, pero no había gran diferencia entre el dormido Kuroko y el despierto, porque éste no había mostrado señales de estar consciente.

Se limitaba a seguir tumbado en la cama con la mirada sin vida fija en la ventana mientras acariciaba su vientre, y no importaba quién viniera a verle o lo mucho que le hablaran, no reaccionaba ante nada, negándose incluso a verles.

Todo el mundo se había afectado por la pérdida del niño, Takao no había parado de llorar en toda la noche, maldiciendo a Lord Kagami hasta el punto de no permitir que Lord Midorima se le acercara por ser amigo suyo. Kise había llorado mucho, pero llegado un momento había parado, quedándose mudo e ignorando todo lo que no fuera ni sus hijos, ni su destrozado amigo, incluso a su esposo.

Y Riko, Riko estaba igual o más desconectada que Kuroko, no se había movido del lado del doncel, pero al igual que él, se limitaba a observar a su amo en silencio, con las manos entrelazadas.

Había conseguido a duras penas contar lo que había sucedido, aunque ni ella lo sabía realmente, sólo había dicho que Kuroko había caído del segundo piso del castillo y que había sido cuando estaba hablando con Lord Kagami.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora