Cuando a Kuroko Tetsuya le dijeron en la academia de donceles que sus padres habían decidido llevarlo de vuelta a casa, su felicidad fue inmensa, de todos modos no entendía la razón por la cual se encontraba allí, y dentro de poco podría ver a su fa...
—Creo que primero debo disculparme por haber venido sin avisar— dijo Himuro, mirándole avergonzado—. No era mi intención invadir tu privacidad, pero necesitaba hablar contigo.
—Ahora mismo me es indiferente cómo has descubierto dónde encontrarme o que hubieras venido sin preguntar mi opinión, sólo quiero saber qué quieres.
Escucharle hablar de ése modo, con aquella postura indiferente y distante era algo que le dolía, tanto que sentía que podría llorar en cualquier momento, pero sabía que se lo merecía.
Desde el principio no había recibido de Lord Murasakibara más que su atención, cuidado e interés, pero ahora había perdido todo aquello y sólo quedaba el resentimiento por lo que había hecho.
No sabía qué hacer para arreglar las cosas, por más que pensaba en una solución su mente se negaba a darle una, pero tampoco podía quedarse de brazos cruzados, tenía que luchar por lo que quería y si al final no lo conseguía al menos podría decir que lo había intentado.
Respiró hondo, mirando a su alrededor para poder tranquilizarse y le miró de nuevo.
—Kagami ya sabe la verdad— informó—. Fue difícil para él, pero confío en que los dioses no seguirán castigándolo y tendrán piedad. Ha ido a ver varias veces a Lord Kuroko, pero no ha conseguido su perdón, algo que es comprensible— ante su silencio y falta de reacción a sus palabras supo que ya sabía todo aquello, así que dejó de lado lo referente a la pareja—. He sabido que fuiste tú quien encontró a Lord Kenshin y quiero agradecerte por ello.
—Lo hice por órdenes de mi rey y como un favor a un gran amigo que estaba pasando por momentos difíciles.
—Y Kagami te está muy agradecido por ello, llevábamos mucho tiempo buscándolo así que la noticia de que estaba capturado en palacio nos alivió— guardó silencio un instante para ordenar su mente y siguió hablando—. Recibiré un castigo de parte del rey por mis crímenes y pecados, pero ya que desconozco la índole de tal castigo debo esperar lo peor, como el exilio o si el rey decide ser indulgente, prohibirme acercarme de nuevo a la corte y a los nobles, y estoy dispuesto a aceptarlo, aunque eso sería pagar muy poco por mis acciones, pero no quisiera irme del reino o separarme de todos vosotros sin haber intentado obtener el perdón, empezando por usted.
