Capítulo XVI

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La dedicatoria va a 

@MiSolNatsume  

@kei-chan21  

@SakuraLinda  

@SammyAlvarez4  

@suzanne_noguera  

@lgtm1895kxh  

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Faltaban pocos metros para llegar a la casa de Midorima por lo que comenzaron a reducir la velocidad de los caballos a medida que se acercaban.

Kuroko pudo observarla desde su posición y contempló maravillado una casa de dos pisos de estilo moderno, que destacaba por su color blanco en medio de la naturaleza verde que la rodeaba. Era un edificio hermoso situado en medio de un vasto terreno que estaba rodeado por un bosque y sabía, de su esposo, que ésta era la única residencia habitada de la zona ya que había sido construida para procurar intimidad a sus habitantes alejándolos de la sociedad en todo lo posible, por consiguiente, no había ninguna otra vivienda en los alrededores.

Contempló absorto el paisaje durante el recorrido, sintiendo un ligero viento soplar y acariciar su cuerpo. Elevó el rostro para poder sentirlo mejor e inspiró con fuerza buscando albergar en sus pulmones todo el aire posible, alegrándose por la frescura de éste.

Kagami le observó atento, dibujando una ligera sonrisa por sus acciones.

—¿Te gusta? — preguntó en un susurro, acercándose a él para poder hablar en su oído y provocando un sonrojo en sus mejillas.

Kuroko asintió débilmente antes de volver a centrarse en el paisaje que les rodeaba y divisar, parado frente a ellos y observándole con una sonrisa, a su amigo. Estaba situado al lado de las puertas de la casa, observando con ilusión notoria en su rostro cómo avanzaban los caballos hacia ellos.

La emoción que le inundó fue tal que, a tan solo unos segundos de haberse detenido el caballo, bajó solo de un salto, sin ayuda de su esposo y teniendo cuidado de no lastimarse, para luego correr lo más rápido que le permitieron sus piernas al lugar donde Takao le esperaba con los brazos abiertos. Por un momento Kagami pensó que se le saldría el alma al pensar que se caería mientras bajaba, pero cuál fue su sorpresa al verle salir inmune del salto.

Kuroko apresuró el paso al ver que su amigo también caminaba hacia él y cuando por fin se encontraron, se fundieron en un abrazo tan fuerte que amenazaba con cortarles la respiración.

Se aferró al pelinegro todo lo que le permitieron sus fuerzas, manteniéndole contra él y acariciando su pelo con ternura. Había deseado tanto poder verle de nuevo para apoyarle en este momento, acompañarle en su dolor por la pérdida de su padre y confortarle con su presencia para que pudiera recibir la nueva etapa de su vida con más ánimo, que no conseguía encontrar las palabras adecuadas para transmitirle esos sentimientos, por lo que simplemente siguió abrazándolo.

—Aquí estoy, tranquilo— susurró—. No volveré a dejarte solo de esta forma.

—Tu presencia me ha hecho tanta falta, Kuroko— habló él, todavía pegado al cuerpo ajeno.

—Siento mucho no haber estado antes.

Takao se separó cuando vio que los hombres que habían llegado con Kuroko se acercaban a ellos. Observó fijamente al que estaba delante de todos y lo reconoció como aquél con el que su amigo había estado montando el caballo, y sabiendo que él, así como todos los donceles de la academia, respetaba las enseñanzas de las monjas, supo que no podía ser otro sino su esposo.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora