Capítulo LXVII

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Kuroko sonrió por la suave brisa que golpeó su rostro, respirando hondo para poder relajarse por completo.

El día de ayer habían recibido la noticia de que Akashi había sido rescatado y volvía a estar al frente de la batalla, no habían dado detalles sobre el modo en que habían conseguido salvarlo de Netarón ni el estado de salud en el que se encontraba, pero el mensajero afirmó que se encontraba bien.

Quizás lo más impresionante del día de ayer había sido el encarcelamiento de todos los consejeros, quienes habían sido confinados a sus aposentos hasta que Akashi decidiera qué hacer con ellos.

Furihata había vuelto a recuperar el ánimo, agradeciendo a los dioses por haber escuchado sus oraciones y súplicas, y había seguido cumpliendo con su deber de cuidar al reino.

Estaba dando un paseo con Riko, necesitándolo después de haber pasado toda la mañana cuidando de Kise y sus hijos, no era que se sintiera cansado por ello, simplemente necesitaba tomar un pequeño descanso cuando su mente se llenaba de preguntas sobre lo hermoso que sería que pudiera tener a sus propios hijos en sus brazos y cuidar de ellos como lo hacía con los de su amigo.

En esos momentos necesitaba detenerse, pensar en las palabras de Furihata y Kagami y recordarse que del modo en que estaban las cosas en esos momentos era más que suficiente para ser plenamente feliz el resto de su vida y que sólo tenía que confiar en que la Santa Madre Luna, con su infinita sabiduría, sabía muy bien lo que hacía.

—Buenos días Riko— saludó una joven que se acercó con una cesta de ropa limpia en las manos, haciendo una reverencia hacia Kuroko cuando estuvo frente a ellos—. Milord.

—Buenos días Suki— saludó la dama de compañía—. ¿Vas de regreso a las cocinas?

—Sí, he de planchar las camisas.

Las dos mujeres se quedaron calladas unos instantes, observándose en silencio y mirando de reojo al doncel, a quien ése gesto no pasó desapercibido.

—¿Ocurre algo? — decidió preguntar al ver que ninguna de ellas mostraba señales de hablar.

Riko carraspeó varias veces antes de mirar a su amo.

—Sé que no es adecuado que le pidamos eso, pero realmente necesitamos su ayuda.

—¿Qué ocurre? — volvió a preguntar, ahora un poco más preocupado.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora