Capítulo LXXXIII

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La dedicatoria va a 

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La dedicatoria va a 

@Itsumi-Himeko  

@MarileslyGarcia  

@anshi848  

@Mec1214  

@suzanne_noguera  

@holita_114  

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Kuroko miró sin interés la comida posada en sus piernas y suspiró agotado.

Poco antes Riko había aparecido con el desayuno y le había dicho que no pensaba llevárselo hasta que se lo acabara, había hecho el esfuerzo de comer la mitad, pero su estómago no había sido capaz de albergar mucho más. No era que no quisiera comer, ya había decidido, desde que Kagami partiera días atrás, que intentaría seguir con su vida, sobre todo por la felicidad que había visto en el rostro de sus amigos y familia cuando vieron que había vuelto en sí mismo, pero las cantidades exageradas de comida que siempre le traían no le permitían complacerles en su deseo de verle acabársela.

Miró el enorme plato lleno de frutas, luego buscó a Riko, suplicándola con la mirada que tuviera piedad de él, pero la chica hizo el rostro a un lado negándose a su petición, así que con pesar llevó el tenedor de nuevo al plato y cogió un trozo de fresa.

—Si tu intención es que me muera por exceso de comida, debo decirte que lo vas conseguir— dijo masticando la fruta.

—Hace mucho tiempo que no comía nada— respondió ella, acercándose—. Ha perdido peso y todavía tiene la piel pálida, por lo que es necesario que coma para poder recuperarse.

—Puedo recuperarme sin necesidad de comer tanto.

—Cuando recupere su buena salud le dejaré en paz y permitiré que retome sus raciones habituales de comida, pero mientras tanto, va a tener que rendirse y comer todo lo que le ponga.

Iba a quejarse de nuevo, pero la puerta siendo abierta llamó su atención.

—Gracias a todos los dioses— exclamó su madre al entrar, seguida de Momoi—. Es agradable ver que comes algo.

—Pero no será tan agradable cuando explote— dijo—. Porque es lo que pasará a este ritmo.

—Sería mil veces mejor que volver a verte como antes— se sentó a su lado y pasó la mano por su frente para medir su temperatura, era una costumbre que había adoptado los últimos días—. Puedo ver que estás mucho mejor, agradezco a los dioses por ello.

Se entretuvieron con conversaciones banales, nadie queriendo sacar temas que pudieran afectar al doncel, y no se detuvieron hasta que tiempo después apareció el médico para realizar la revisión diaria de Kuroko, tras la cual, fue preparado y vestido.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora