La dedicatoria va a
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Aquella mañana de primavera, Kuroko se despertó en los aposentos de Takao poco antes del amanecer y al darse cuenta que no eran aquellos que compartía con su esposo un sentimiento de vacío le inundó. Echaba tanto de menos dormir con Kagami que a veces se preguntaba si su amigo sería capaz de dormir en paz sólo una noche sin su presencia, estaba muy preocupado por su salud y no quería contribuir negativamente a ella por nada del mundo, pero era imposible no pensar en los brazos de su esposo rodeándole.
Se levantó de la cama y salió de la habitación, no sin antes haberse puesto el albornoz y comprobado que Takao siguiera profundamente dormido.
Caminó lo más silencioso que pudo hasta los aposentos de Kagami y cuando hubo llegado tocó la puerta asegurándose de que no hubiera nadie en el pasillo que pudiera verle.
Sabía que era inadecuado para un doncel salir de sus aposentos para ir a los de un hombre, pero no iba a ver a cualquier hombre sino a su esposo y no salía de sus aposentos, sino de los de su amigo para dirigirse a los suyos propios.
Se dijo que las monjas de la academia no le dirían nada negativo sobre lo que estaba a punto de hacer ya que no era tan malo, simplemente quería pasar un momento a solas con su esposo.
La puerta de la habitación se abrió dando lugar a un Kagami que estaba despeinado y que no llevaba más ropa que los pantalones de su pijama. Kuroko sonrió al ver que aun en una casa ajena no perdía la costumbre de dormir con solo una pieza de su pijama.
Kagami se le quedó mirando, intentando convencerse de que la persona que había llamado a su habitación era realmente su pequeño esposo, nadie más que su Kuroko quien le había ido a ver, y no de cualquier forma, sino en pijama y albornoz, porque era evidente que debajo de la prenda no llevaba más que el pijama que se había puesto para dormir.
Se frotó los ojos para asegurarse de que no era un sueño que tenía ya que acababa de despertar, y cuando miró de nuevo a la persona delante suyo y estuvo del todo seguro, no perdió ni un solo instante y cogiéndole de la cintura lo acercó hasta entrar los dos a los aposentos, pegarle contra la puerta después de cerrarla e inmediatamente unir sus labios en un beso feroz y hambriento.
Le besó con todas las ganas que llevaba guardando todo este tiempo que no había dormido con él.
Kuroko correspondió el apasionado beso al instante, aferrándose al cuello ajeno y rodeando su cintura con las piernas, como respuesta a la orden que le daban las manos situadas en su trasero.
Sus lenguas se frotaban entre sí una y otra vez, su saliva se mezclaba y sus labios no paraban de aferrarse los unos a los otros, ese beso era simplemente magnífico. Un beso que mostraba la necesidad que tenían el uno del otro y lo mucho que se habían extrañado.
Kagami se separó para dejarle respirar y se dirigió a su cuello, comenzando con los besos y mordidas que hacía de forma intencionada para dejar todas las marcas posibles en su cuerpo.
Le agarró con fuerza de los muslos y comenzó a caminar hacia la enorme cama que se encontraba en medio de la habitación para posarle con cuidado en ella al mismo tiempo que volvía a atrapar sus labios en un agresivo beso que provocó un jadeo ahogado en Kuroko.
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Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)
FanfictionCuando a Kuroko Tetsuya le dijeron en la academia de donceles que sus padres habían decidido llevarlo de vuelta a casa, su felicidad fue inmensa, de todos modos no entendía la razón por la cual se encontraba allí, y dentro de poco podría ver a su fa...