Capítulo LXXX

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La dedicatoria va a 

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La dedicatoria va a 

@DRHyakuya  

@NezumiKun  

@Nanase099  

@holita_114  

@suzanne_noguera  

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Himuro negó con la cabeza, mirando confundido a su madre y rezando porque no hubiera dicho aquellas palabras.

—No digas algo así madre— pidió mientras negaba con la cabeza—. No digas algo así, todavía tienes mucho tiempo, aun puedes aguantar mucho más, todavía hay esperanza.

Ella negó con un movimiento lento y una débil sonrisa.

—Conozco mi cuerpo perfectamente, del mismo modo en que sé lo grave que estoy— dijo conciliadora—. Ya sabía desde hacía mucho que me quedaba poco tiempo, era imposible no notarlo cuando vomitaba sangre todas las mañanas y necesitaba largo tiempo para poder mover mi cuerpo al despertar.

—¡No! — gritó desesperado—. No debes rendirte así, no sabes si todavía podemos hacer algo, no lo sabes así que no puedes dejarlo todo.

—Todo está bien, Himuro.

—¡No!

—Sí— afirmó con voz serena, mirándole con una sonrisa—. Todo está bien. Ya no me queda mucho tiempo, así que complace a tu madre una última vez y conversemos de todo lo que me hubiera gustado hablar contigo mucho antes.

Himuro se quedó en silencio, mirándola con las lágrimas en los ojos y apretando con fuerza su mano, reteniendo el llanto que amenazaba con salir y rogando con su mirada que se detuviera.

—No me hagas eso— pidió con la voz rota.

—Complace a tu madre— insistió—. Es tu última oportunidad para hacerlo, no querrás que vaya triste al otro mundo, ¿cierto?

Himuro negó con la cabeza, pensando en todas las cosas que aun quería hacer con ella, en todas las veces que rechazó su petición de quedarse en casa y se marchó, aun sabiendo que estaba enferma.

Ciertamente nunca la había perdonado por lo que su padre y ella le hicieron, y mucho menos pudo perdonarla después de lo ocurrido en la casa de campo, ni siquiera había querido estar en la misma habitación que ella, pero ahora, viéndola en ese estado, con su piel pálida como la nieve, tan delgada que la piel se pegaba a sus huesos permitiendo que pudiera diferenciarlos con facilidad, con su mano casi sin vida entre la suya y su expresión tranquila, no podía sino encontrar insignificante todo lo ocurrido y arrepentirse de no haberla perdonado antes.

Si pudiera volver atrás en el tiempo, no dudaría ni un segundo en quedarse a su lado, ayudándola a llevar su enfermedad, soportando con ella los malos momentos y creando preciosos recuerdos que pudieran eclipsar los malos del pasado, pero sabía que aquello no era posible, así que, viendo su débil sonrisa, decidió que, por primera vez en mucho tiempo, iba a ser un buen hijo y complacer a su madre.

Tú que decías confiar en mí (Saga Gaia's Tales II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora